«Los inmortales y las maravillas de Museo Egizio de Turín»: de Hombres y Dioses en el 200 aniversario

«Alégrate mientras vivas, que tengas días felices...¿ Cual sería la dicha eterna sin las cosas que amaste en la vida»

«El camino de Menfis y Tebas pasa por Turín» escribió Jean-François Champollion, el erudito y egiptólogo francés que en 1822 consiguió descifrar la escritura jeroglífica[1], refiriéndose al Museo Egizio de Turín que en 2024 ha celebrado sus doscientos años de existencia.

«Los Inmortales y las maravillas del Museo Egizio de Turín (The immortals. The wonders of the Museo Egizio), el documental de la serie «Arte en pantalla» dirigido por el realizador francés Michele MallyMuseo del Hermitage: el poder del arte», «Klimt et Schiele, Eros et Psyché», «Munch et ses créatures fantastiques»), con ocasión del bicentenario de la fundación del Museo, celebra la herencia de esta emblemática institución con un guía de excepción: el actor británico Jeremy Irons, anfitrión de un viaje de ultratumba al país de los faraones, en el que descubriremos los ritos funerarios y los mitos ancestrales del antiguo Egipto en compañía de los dioses Anubis, Isis, Osiris, Maat, Horus… De Ramsés II en Turín al tesoro de Tutankamon en El Cairo, pasando por el busto de Nefertiti en Berlín, los escribanos rojos en el Louvre y la piedra Rosetta en Londres.

Momias, amuletos y otros tesoros milenarios nos revelan sus secretos gracias al trabajo de las diferentes expediciones históricas. Además de la de Jeremy Irons escuchamos, entre otras, las voces del director Christian Greco, el conservador Cedric Gobeil, el director del Museo de El cairo Sabah Abdel Razek; la egiptóloga belga, conservadora del Museo Egipcio de Berlín, Ilona Regulski; Friederike Seyfried, directora del Museo Egipcio de Berlín; Vincent Rondot, director del Departamento de Antigüedades egipcias del Louvre; Daniel Antoine, director del Departaento de Antigüedades egipcias del British Museum y el antropólogo Pieter ter Keurs, profesor de la Universidad de Leyde. du Musée égyptien de Berlin.

Fundado en 1824 para acoger el inmenso patrimonio de estatuas, momias y objetos de la vida cotidiana que Bernardino Drovetti, cónsul de Napoleón en Egipto, vendió a los Saboya por 400.000 liras (un tercio del presupuesto del reino), el Museo Egipcio de Turín es el segundo del mundo, después de el de El Cairo creado en 1901, por las riquezas que acumula.

Gracias a las sucesivas campañas arqueológicas en el Nilo, auspiciadas por los egiptólogos Ernesto Schiaparelli y Giulio Farina, hoy recibe a cerca de un millón de visitantes anuales, con 40.000 piezas de las que 12.000 se exponen habitualmente en las cuatro plantas del edificio: esfinges, estatuas colosales, amuletos diminutos y sarcófagos que cuentan cerca de cuatro mil años de historia antigua: entre ellos el «Papiro Real», la única lista escrita a mano con los nombres en orden de sucesión de los faraones, y el «Papiro de la Mina de Oro», que es uno de los mapas más antiguos que se conocen, junto a obras emblemáticas como las estatuas de Anen, Ramsés II y la conocida con el nombre de Isis de Coptos, y los lujosos objetos funerarios de Kha, el arquitecto encargado de la construcción de las tumbas faraónicas en el Valle de los Reyes y el valle de las Reinas quien, junto a su esposa Merit, fallecida antes, son el eje sobre el que se ha construido el documental; de alguna manera los protagonistas de esta historia que cautiva, la de una pareja de enamorados que habrían imaginado cualquier cosa menos convertirse, en un futuro muy lejano, en personajes de una película que enseña sus tumbas, conservadas en Turín junto a su fúnebre ajuar.

El 15 de febrero de 1906, bajo el desierto y ante los ojos asombrados del egiptólogo y senador Ernesto Schiaparelli, la lámparilla de petróleo del equipo iluminó primero una puerta de madera cerrada desde hacía cuatro milenios y trás ella un micromundo maravilloso, la tumba intacta de los amantes.

«Es como viajar en una cápsula del tiempo –asegura Christian Greco, actual director del Museo- Los 467 objetos que iban a acompañarles al más allá, dan una idea de la relación de la pareja: están las pelucas de Merit, su rímel y su maquillaje, las cremas para la piel, varias navajas para la barba de Kha, sus sandalias, la cama matrimonial, sábanas de lino que parecen recién tejidas, uvas, panes, pescados y lácteos, todo lo necesario para ‘el gran viaje’… hasta el tablero de ajedrez destinado a alegrar para siempre la vida del arquitecto…».

Dentro del sarcófago de Kha se encuentra también una copia del papiro conocido como «Libro de los Muertos» (que en realidad se llama algo así como «libro para salir a la vida»), un manual para no cometer errores en el largo viaje hacia el tribunal de los dioses, preparados para pesar su corazón (la conciencia) en una balanza que tiene el contrapeso de una pluma[2].

Entre todos esos objetos se pasea, recitando, nuestro cicerone, el actor Jeremy Irons, vestido de negro como una especie de guía de ultratumba. Los temas y las historias que escuchamos están acompañados por la música creada por el abogado penalista y reconocido músico Remo Anzovino, considerado uno de los más originales e innovadores compositores actuales.

«Egipto es un regalo del Nilo», dijo el historiador griego Herodoto. Entre los viajeros italianos que en el siglo dieciocho partieron a redescubrir el antiguo Egipto, Vitaliano Donati, un profesor de la Real Universidad de Torino enviado por los Saboya gobernantes, recogió cantidades ingentes de objetos que fueron los pilares sobre los que se construyó el Museo Egipcio, un lugar en el que se expone un mundo más antiguo que la Biblia, la antigua Grecia o cualquier otra civilización conocida.

Torino, Turín, siempre ha tenido fama de ser un lugar esotérico cuyos palacios presenciaron rituales ocultos. La llegada a Turín de una tabla metálica de altar fabricada en Campania, que tiene en el centro a la diosa Isis rodeada de una serie de divinidades y textos jeroglíficos, es para los turineses el punto de partida de lo que es hoy el Museo.

«No preocupes a tu corazón, el llanto no salva de la tumba. Alégrate, en cambio, mientras vivas; no existe quien pueda llevarse sus bienes, no vuelve quien se ha marchado, nadie viene de allí a tranquilizarnos». Christian Greco, el director del Museo, recita en el documental los versos del «Canto del arpista», escritos sobre papiro hace miles de años, que hablan de los dilemas de un pueblo siempre en equilibrio entre el amor por la vida en la tierra y el ansia de inmortalidad.

«Resulta fácil emocionar -comentaba el realizador del documental, Michele Mally, en la presentación a la prensa en Milán- ya que por una parte sigue habiendo un índice altísimo de misterio y, por otra, están las pequeñas historias humanas, el trabajo, las huelgas, los poemas amorosos, todo idéntico a nosotros (…) me sorprendió que aquella civilización no me estaba contando una historia de hace tres mil años, sino de ahora mismo. Y además descubrí a una categoría humana que no conocía, los egiptólogos, unos locos extraordinarios».

«Quien da la palabra a los muertos soy yo, ha explicado el guionista Matteo Moneta; Estaba acostumbrado a ver la civilización egipcia como habitualmente la presentan los divulgadores. Como un misterio barato entre los marcianos que construyeron las pirámides y una sombría macabra vinculada a las momias. En cambio, el Museo de Turín celebra una civilización muy alta, tan articulada como la griega, con un gran pensamiento filosófico y literario. He comprendido que el sentido de la muerte nació de la luz tenue del Nilo, de los conmovedores paisajes, es decir del intento de replicar la belleza y dulzura de la vida».

El documental «Los Inmortales y las maravillas del Museo Egizio de Turín[3]» nos lleva en un viaje a través de la apasionante historia de los mejores descubrimientos arqueológicos del antiguo Egipto. Recorriendo el Nilo exploramos los monumentos de Gizeh, Luxor, Kamak, el valle de los Reyes y el poblado obrero de Deir e-Medineh.

Jeremy Irons sigue el rastro de los auqueólogos y exploradores que reunieron las piezas más importantes de la colección del Museo de Turín. Sus itinerarios llevan también a las salas de los restantes museos egipcios desperdigados por el mundo.

  1. En 1799, en la localidad de Rosetta, en el delta del Nilo, soldados franceses del ejército napoleónico descubrieron una enorme piedra con inscripciones en una de sus caras, dividida en tres registros. Cuando hace doscientos años llegó a Turín el extraordinario patrimonio de estatuas colosales, esfinges y momias con sus correspondientes objetos y utensilios, el primero que se precipitó a leer los pairos fue Jean-François Champollion, el egiptólogo francés que dos años antes se había desmayado en un despacho del Instituto de Francia, emocionado tras anunciar que había descifrado las estelas de Rosetta, revelando los pergaminos jeroglíficos, «los escritos de los dioses»: una escritura -.según sus propias palabras- que es a la vez pictórica, simbólica y fonética…».
    Entre los méritos del joven investigador, muerto prematuramente a los 41 años, está el de ser uno de los pioneros en devolver la palabra y la vida a una civilización extinguida miles de años antes. Al médico y egiptólogo británico Thomas Young se debe el descubrimiento de que los nombres propios aparecen enmarcados en un «cartucho».
    En el año 394 de nuestra era, concretamente el 24 de agosto, en los muros del templo de la isla de File dedicado a Isis –cerca de la primera catarata, en el Alto Egipto– se grabó la última inscripción en lengua jeroglífica. El triunfo del cristianismo y la prohibición de los ritos paganos en todo el Imperio romano por parte de Teodosio I relegaron al olvido la milenaria escritura, y con ella a toda una civilización, que no tendría voz durante los mil quinientos años siguientes.
  2. No por casualidad,al cadáver se le extraían todos los órganos excepto el corazón, En el Studio Ima de Toulouse, donde retiran virtualmente las vendas de las momias con el scanner, se ha podido ver el rostro de Kha, sepultado con collar de oro, premio a su carrera concedido por el faraón.
    «En el siglo dieciocho las momias se reducían a un polvo suministrado como «medicina» o afrodisiaco -comenta el documental- En el diecinueve desenrollaban las vendas ante un público curioso». «Hoy no olvidamos nunca que no son hallazgos –asegura la restauradora Cinzia Oliva– son personas, que ciertamente no esperaban ser estudiadas y repertoriadas. Si les miras a la cara experimentas un fuerte stress, te sientes incómodo (…) Mientras trabajamos con ellas sentimos un gran respeto, hablamos en voz baja, nunca discutimos delante de ellas, siempre escuchamos buena música…».
  3. «Los Inmortales y las maravillas del Museo Egizio de Turín» se estrena en Madrid este lunes 3 de febrero de 2025.
Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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