Hungría: nuevo proyecto de renovación política contra la erosión de la democracia

La sociedad civil, los medios de comunicación y las normas democráticas se han visto cada vez más amenazados a medida que el gobierno de Viktor Orbán afianzó su autocracia a lo largo de los últimos catorce años, aunque la centroeuropea Hungría es oficialmente una democracia, informa Catherine Wilson (IPS) desde Budapest.

Ahora, una nueva ola de energía y popularidad está llevando a un nuevo movimiento de oposición a centrar la atención antes de las elecciones legislativas de abril de 2026, contra la coalición encabezada el partido Fidesz que sostiene al primer ministro Orbán.

«Creo que por mucho que el Fidesz haya desmantelado pilares importantes de la democracia y el estado de derecho y haya consolidado sus propios cuadros fiables en dos tercios de los votos, a pesar de gastar cientos de miles de millones al año en propaganda, todavía puede ser derrotado en las elecciones», dijo Péter Magyar, de 43 años, líder del Partido Tisza (Respeto y Libertad) en Hungría.

Desde que ganó las elecciones nacionales de 2010, el Partido Fidesz, de ideología nacionalista conservadora, ha introducido medidas estatales y legislativas que han erosionado la independencia del Poder Judicial y restringido y censurado a los medios de comunicación.

Además el gobierno de Orbán ha aumentado la vigilancia y el debilitamiento de las organizaciones no gubernamentales que trabajan en cuestiones sociales y de derechos humanos en el país, además de sus políticas prorrusas que horadan la Unión Europea (UE) a la que el país pertenece desde 2004.

Falta de credenciales democráticas

«Hungría ya no es una democracia, no solo según la oposición, sino según instituciones independientes. Y, para ser sincero, según la mayoría de los votantes», dijo a IPS Ferenc Gelencsér, diputado de 34 años del Parlamento hungaro por el centrista Partido del Movimiento Momentum.

Hungría hizo la transición a la democracia tras el fin del régimen comunista en 1991. Orbán, quien fue elegido primer ministro por primera vez en 1998, fue un firme defensor de una mayor libertad, de unos lazos más estrechos con Europa occidental y apoyó la adhesión de Hungría en 1999 a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan).

Pero, tras su reelección en 2010, su gobierno de coalición, que cuenta con una mayoría de dos tercios en el parlamento, ha avanzado hacia un modelo de gobierno denominado de democracia iliberal.

Cambia habitualmente las leyes electorales y los límites de las circunscripciones a su favor y se asegura de que los principales tribunales, instituciones y medios de comunicación del país estén dominados por figuras progubernamentales.

«Las normas y reglamentos que rigen la economía y los procesos políticos cambian en función de los intereses actuales del partido gubernamental. Y hay un ajuste constante de tal manera que las normas constitucionales ya no existen en realidad, solo en el papel», dijo a IPS el profesor Zsolt Enyedi, del Instituto de la Democracia de la Universidad Centroeuropea de Budapest.

A su juicio, «es un campo de juego muy desigual… distorsionado por el hecho de que los recursos financieros del gobierno y los medios de comunicación progubernamentales superan a los recursos de la oposición en una proporción de aproximadamente diez a uno».

La coalición gobernante obtuvo 54,13 por ciento de los votos en las elecciones de 2022, en unos comicios que los observadores consideraron muy defectuosos debido al sesgo de los medios de comunicación y al uso indebido de los recursos estatales por parte del poder.

Libertad de expresión y ecología

La Constitución húngara establece la libertad de expresión, pero «los continuos esfuerzos por marginar las voces y perspectivas que las autoridades consideran desfavorables, incluidas muchas que se encuentran en instituciones académicas, ONG y medios de comunicación, han desalentado las críticas abiertas al gobierno», informa Freedom House, que califica a Hungría como «parcialmente libre» con una puntuación de 65 sobre 100.

Gelencsér asegura que la fuerza que está tomando la oposición interna obedece a que habla en nombre de la generación más joven que quiere un futuro diferente.

Alrededor de quince por ciento de la población de Hungría, de 9,7 millones de personas, tiene entre dieciséis y veintinueve años, y un estudio sobre la juventud publicado este año por la Fundación para los Estudios Progresistas Europeos informa de que dos tercios quieren vivir en una democracia plena.

«Los votantes principales del (partido) Momentum son menores de 49 años y las dos cosas que más les importan son la democracia, el estado de derecho y el miedo al cambio climático. La mayoría de nuestros votantes buscan una alternativa al gobierno y la mayoría son jóvenes», dijo Gelencsér.

En otra encuesta de 2021, un 51 por ciento de los jóvenes húngaros creía que sus intereses no estaban representados en la política nacional, solo una minoría de uno de cada cinco pensaba que las elecciones eran libres y justas y únicamente 19 por ciento confiaba en la información disponible públicamente.

También hay una creciente desilusión con la economía estancada, la corrupción y los malos servicios públicos en Hungría, donde alrededor de tres cuartas partes de la población obtienen ingresos por debajo del nivel necesario para cubrir el costo promedio de vida, informa el grupo de expertos húngaro Equilibrium Institute.

«El ambiente ha cambiado. Hay una insatisfacción general con el gobierno. En los últimos dos años, especialmente después de la covid, la economía va bastante mal. Y hay una falta general de confianza en el gobierno para gestionar estos problemas», dijo Enyedi.

Gelencsér añadió que «la vivienda es un gran problema para la generación más joven; todo el mundo alquila, y nuestro sistema sanitario y de pensiones están al borde del colapso».

A juicio del diputado opositor, la crisis «sería comprensible si no pagáramos ningún impuesto, pero hay muchos tipos diferentes de impuestos en este país y no sé adónde van a parar».

Hungría nación corrupta

El nepotismo prevalece en los círculos gubernamentales y Hungría fue clasificada el año pasado como la nación más corrupta de la Unión Europea (UE) por Transparencia Internacional con una puntuación de 42 sobre 100.

En este escenario, el número de ciudadanos que emigran, sobre todo a Europa occidental, aumentó de 19.322 en 2020 a 35.736 en 2023. En total, se calcula que veinticinco de la población magiar vive fuera de las fronteras húngaras.

Pero ese panorama está cambiando y, en el último año, las voces de la oposición han aumentado por los problemas a los que se enfrenta el gobierno.

En enero de este año, la UE suspendió mil millones de euros de financiación a Hungría, que tiene una deuda pública creciente, debido a su fracaso en la lucha contra la corrupción y el incumplimiento de las normas democráticas.

Y Antal Rogan, un ministro del gobierno, fue objeto de sanciones por parte de Estados Unidos por su papel en la corrupción estatal.

La Segunda Era de la Reforma, un partido centrista fundado en 2023, respondió a estas novedades con una manifestación, y una tarde de finales de enero, con una temperatura cercana a los cero grados, una multitud de varios cientos de simpatizantes se reunió en la orilla del río Danubio en Budapest.

Envueltos en chaquetas de plumas y gorros de lana, algunos con antorchas encendidas, acudieron para escuchar a los líderes del partido denunciar el flagelo de la corrupción y apoyar las sanciones.

El resurgimiento del Partido Tisza desde principios de 2024 bajo el nuevo liderazgo de Magyar, un abogado enérgico, experto en medios de comunicación y antiguo miembro del gobierno, está impulsando un cambio público.

Tras el escándalo por el indulto a un condenado por pederastía en febrero del año pasado, se alzó para exigir un nuevo rumbo para el país basado en la gobernanza transparente y el Estado de derecho, al tiempo que defendía las quejas de la gente, incluido el electorado rural desatendido.

En una encuesta pública del Instituto Idea de este mes, Tisza lideraba con un apoyo público del 33 por ciento, frente al 26 por ciento del gobierno.

«Devolveremos al país lo que se le ha arrebatado: decencia, respeto por uno mismo, justicia y esperanza de una vida mejor», dijo Magyar en un mensaje de Año Nuevo.

La coalición gobernante no escatimará en tácticas para dominar las elecciones parlamentarias de abril de 2026. Pero, hasta la fecha, el impulso del ascenso de Tisza parece imparable.

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