La literatura sangrienta de Donald Ray Pollock

La violencia de la América rural

Donald Ray Pollock comenzó a escribir tarde, tras su graduación en escritura creativa en la Universidad Estatal de Ohio, cuando ya tenía cincuenta y cinco años.

El diablo a todas horas[1] fue su primera novela, se publicó en Estados Unidos en 2011, y han llegado a España sus tres libros, la citada, otra novela, El banquete celestial, y, antes de ellas, Knockemstiff, un conjunto de relatos. Previamente había trabajado durante más de treinta años como peón en la fábrica de papel Mead Paper Mill, nada que ver con la literatura.

El demonio a cada paso, que también se podría traducir El diablo a todas horas, título que a mí me gusta más, que me parece más adecuado, es una novela dura, en la que, efectivamente, te vas encontrando al diablo, o el demonio, en cada página, y frecuentemente de la mano de alguien que se muestra celestial, incluso que habla en nombre del Señor. Una lectura que me ha entusiasmado, y no sabía nada del autor norteamericano.

A lo largo de esas intensas páginas, Pollock relata varias historias de manera paralela, para que algunas de ellas terminen confluyendo, porque son, en realidad, historias cercanas con el destino de cruzarse.

Se puede considerar a Arvin Russell, un joven de Ohio perteneciente a una familia creyente y llena de dolor, el personaje principal. Su padre, veterano de guerra, enloquece al enterarse de que su mujer sufre un cáncer terminal. Su fe le vuelca a celebrar rezos ante sacrificios sanguinarios, en los que Arvin siempre está obligado a sumarse, en un improvisado altar en pleno bosque, y que no tendrán la feliz compensación esperada, lo que desquicia al joven, más aún cuando se queda sin su padre. A lo largo de dos décadas, desde la resaca posbélica de los años cincuenta hasta los esperanzadores sesenta, Arvin crece marcado por la búsqueda de su propio sentido de la justicia, búsqueda caracterizada por la violencia del entorno.

Pues, como digo, también aparecen otros personajes siniestros que pueden terminar interfiriendo en la historia más central, como un sheriff corrupto, o simplemente desapareciendo de la escena, el payaso gay, unos predicadores de lo más siniestro y libidinoso posible, otro predicador vicioso y maltratador, o una extravagante pareja de asesinos en serie que conduce por las carreteras norteamericanas a la caza de sus víctimas para fotografiarlas muertas. Escenarios macabros para todos ellos.

Como toda buena novela negra, de esas de verdad, no de algunas que se encasillan a la fuerza en esa categoría literaria porque está de moda, lo que cuenta va más allá de la anécdota. El autor nos explica, al establecer ese universo donde sucede todo, cómo es su mundo cercano y, por ende, el mundo en general.

Por ejemplo, lo que hay de cierto en eso que llaman el sueño americano, cómo es la vida en la América profunda, en el mundo rural, cuáles son los condicionantes sociales que marcan la existencia de los ciudadanos norteamericanos, el papel de los visionarios que sólo buscan su beneficio personal.

Pollock nos ofrece un panorama que nace de la contemplación de su propia experiencia de la realidad, sucia y descorazonadora, que desemboca en la violencia más brutal, lo confirmamos por las noticias que nos llegan de allá en numerosas ocasiones. Una violencia convertida tal vez en la única salida posible, personajes que se mueven respondiendo a los actos de los demás, por culpa de las injusticias que sufren directamente, o que se manifiestan ante sus ojos.

Pobreza, miseria, mentira, traiciones, perversidades.

Una narración que no da respiro, con un vértigo que mantiene al lector con el alma en un puño. Una novela salvaje, sangrienta.

  1. El diablo a todas horas, Donald Ray Pollock. Literatura Random House.

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