Los analistas sitúan el origen del actual conflicto de Oriente Medio en la decisión de Jehová de ordenar a Abraham quedarse con Sara, madre de Isaac, de quien descenderán los hebreos, y echar de casa a Agar y a su hijo Ismael quien, según la tradición, es el padre de los árabes.
Este hecho consumó la división entre judíos y árabes. «Agar e Ismael en el desierto», una de las obras de Antonio María Esquivel que se pueden ver estos días en una exposición en el Museo del Romanticismo de Madrid, pintada en 1856, presenta a Agar, la concubina de Abraham, junto a su hijo Ismael, desfallecidos ambos después de ser expulsados de la casa del patriarca cuando Sara, la esposa de Abraham, consiguió concebir un descendiente.
Esta fue una de las últimas obras pintadas por Esquivel, quien murió al año siguiente, y presenta una gran carga dramática conseguida a través de claroscuros y colores pardos y rojizos.
La pintura del romanticismo español tiene uno de sus mejores representantes en el sevillano Antonio María Esquivel (Sevilla, 1806-Madrid, 1857) a quien el Museo del Romanticismo recuerda con esta exposición de sus obras religiosas en la que se pueden ver por primera vez reunidos los cinco lienzos del apostolado pintados para la catedral de Sevilla.
Se trata de una muestra compuesta únicamente de nueve obras entre las que, además de «Agar e Ismael en el desierto» y los lienzos de los apóstoles, se encuentran «Santas Justa y Rufina», «Judith entregando a su criada la cabeza de Holofernes» (adquirida para este Museo en 2017) y «Las tres Marías y San Juan Evangelista», esta última incorporada en septiembre de este 2024.
Más que por las pinturas religiosas, Esquivel destacó por ser uno de los mejores retratistas de su época, sobre todo en la Villa y Corte, donde fue pintor de cámara de la reina Isabel II. Estudió en la Academia de Bellas Artes de su ciudad natal y en Madrid, donde estuvo vinculado con el Liceo Artístico y Literario, del que fue profesor, y donde conoció al poeta José de Espronceda.
En la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando ocupó la cátedra de Anatomía Artística, para la que elaboró en 1848 el manual «Tratado de Anatomía pictórica», uno de cuyos ejemplares se conserva en la Biblioteca Histórica de este Museo del Romanticismo.
En 1839 Esquivel sufrió una ceguera temporal que le impidió seguir pintando. Al recuperar la vista se dedicó fundamentalmente a la pintura religiosa, de la que esta exposición muestra algunas de sus obras más relevantes.
Entre las tipologías de Esquivel en este género destacan las pinturas de carácter devocional hechas por encargo o para el culto en espacios privados.
«Las tres Marías y san Juan Evangelista», pintada en 1841, es un ejemplo claro de esta tipología. Aquí el pintor utiliza un rico colorido y concentra la carga emocional en los rostros de los personajes. El tamaño de mediano formato como el de esta obra fue muy frecuente en la producción de Esquivel. Eran cuadros dedicados a la demanda de la burguesía de la época.
Las cinco pinturas del apostolado fueron ya encargos del deán de la catedral de Sevilla, Manuel López Cepero, realizados exclusivamente para el culto público y situados en la sillería del coro de la catedral. El proyecto iba a incluir también obras de duque de Rivas y de Antonio Cabral Bejarano, pero no llegó a culminarse.
Esquivel realizó grandes pinturas de composición muy demandadas entonces, dado el protagonismo que el género fue ganando en aquellos años.
Las tres obras de gran formato de esta exposición dan testimonio del auge del género, en el que Esquivel desarrolló innovaciones iconográficas, como en «Santas Justa y Rufina», retratadas en la agonía de su martirio con un bodegón de cerámica a sus pies para destacar la dedicación de las santas a la alfarería, en vez de recurrir a la representación tradicional que las muestra junto a la Giralda por su milagrosa intervención durante el terremoto de Sevilla de 1504.
En esta tipología más académica también encontramos el cuadro «Judith entregando a su criada la cabeza de Holofernes», representadas las dos mujeres con rostros de gran expresividad tras la decapitación del general asirio que asedió la ciudad judía de Betulia.
En estas obras destinadas a la exposición en lugares públicos, Esquivel demuestra su dominio de la anatomía y de los modelos del arte clásico, que fusionó con el naturalismo barroco sevillano.
Es esta una pequeña muestra que servirá a muchos para descubrir al pintor Antonio María Esquivel, del que el Museo del Romanticismo conserva más de un centenar de obras, entre ellas los retratos del general Prim, la actriz Bárbara Lamadrid y el poeta Espronceda.
- TÍTULO. Esquivel místico
- LUGAR. Museo del Romanticismo. Madrid
- FECHAS. Hasta el 26 de enero de 2025