Las elecciones legislativas del 7 de julio de 2024 en Francia han dejado un panorama político fragmentado, sin una mayoría clara de diputados.
La izquierda y la derecha democrática se impusieron a la extrema derecha, pero la ausencia de una mayoría absoluta ha generado un bloqueo político, obligando a los partidos a buscar soluciones de gobernabilidad más allá de los tradicionales bloques.
Este bloqueo político pone a prueba la capacidad de los partidos para formar alianzas y garantizar un gobierno estable que solo puede darse por una coalición multipartidista entre los grupos parlamentarios de Macron, socialistas, verdes y otras formaciones de izquierda junto a algún regionalista, por un gobierno en minoría que vaya negociando medidas con los diferentes grupos, o un gobierno de tecnócratas que desarrolle un programa pactado entre todo el arco parlamentario con la excepción de los lepenistas.
Es un indicador de sus preferencia que el presidente Emmanuel Macron haya mantenido a su primer ministro en el cargo, a pesar de que su partido quedó en segundo lugar, argumentando que se trata de una medida esencial «para garantizar la estabilidad del país».
El desafío principal recae ahora sobre el Nuevo Frente Popular, una coalición de partidos de izquierda creada ante el avance de la formación política de Marine Le Pen en la primera vuelta de las elecciones celebrada el 30 de junio 2024, que debería mantenerse unida para poder avanzar en la gobernabilidad.
A nivel europeo, el resultado de las elecciones francesas ofrece un respiro ante el auge de la extrema derecha, que ya se ha consolidado como el tercer grupo más grande en el Parlamento Europeo.
Analistas destacan que, aunque el panorama político europeo se reconfigurará, la situación actual da un respiro a las fuerzas moderadas, particularmente en comparación con la creciente influencia de la extrema derecha en algunos países de la UE.
En este contexto, el objetivo a corto plazo en Francia es definir cómo estas fuerzas podrán colaborar para evitar la parálisis legislativa y preparar el terreno para las elecciones presidenciales de 2027.
La «excepción española», mencionada por diversos analistas, se convierte en un punto de referencia en este complicado escenario político francés, mostrando cómo la estabilidad puede mantenerse a pesar de la polarización política.
Estas elecciones han dejado claro que Francia y Europa deben adaptarse a una nueva realidad política, donde la cooperación y la formación de alianzas serán cruciales para asegurar la gobernabilidad y enfrentar los retos futuros.