En una lujosa villa junto al mar, una modesta joven encuentra una extraña familia: un padre desconocido y muy rico; su caprichosa esposa; su hija, una ambiciosa empresaria; una adolescente rebelde que fotografía todo y una inquietante sirvienta que también hace de chofer para el padre desde que sufrió un ictus. Todas mujeres, todas arquetipos. Alguien está mintiendo. Entre sospechas y mentiras, el misterio se instala el mal se extiende.
Laure Calamy (A tiempo completo, Call my agent), Doria Tillier (La belle époque), Dominique Blanc (La reina Margot), Jacques Weber (Cyrano de Bergerac) y Céleste Brunnquell (En terapia) protagonizan esta historia en la que la mentira es la protagonista y la duda, hasta de la propia identidad, se cierne sobre las cabezas de todos sus personajes.
«El origen del mal» –ha dicho el director Sébastien Marnier («Irreprochable», «La hora de la salida»)- está inspirado en mucha gente que conozco. Es una película sobre la familia en la que todos juegan un papel, por lo que también es una película de actores. Sus personajes forman una buena alineación de monstruos La película habla del fin del patriarcado y la idea era, efectivamente, que sólo hubiera mujeres en la película aparte de este origen del mal: el padre».
Descubrimos a todos estos inquietantes personajes a través de Stèphane (Laure Calamy), quien reparte el tiempo entre su trabajo en una fábrica de conservas y sus visitas a la cárcel, donde se encuentra internada su pareja (Suzanne Clément), por motivos que ignoramos.
Cuando la dueña de la casa donde se aloja le dice que tiene que marcharse porque necesita la habitación para su hija, que regresa, Stèphane se pone en contacto con Serge, el padre que no ha visto nunca (Jacques Weber), y descubre que es un rico empresario de la Costa Azul.
En el maravilloso paisaje de la isla de Porquerolles, Stèphane conoce al resto de los habitantes de una casa inmensa atiborrada de objetos y colecciones: mientras que la actual mujer de Serge (Dominique Blanc) la acoge cariñosamente, su hija George (Doria Tillier) ve con malos ojos la llegada de una intrusa que podría entrometerse en su existencia de joven empresaria que, poco a poco, se va adueñando de los negocios de un padre al que tiene la idea de inhabilitar.
Todas las mujeres que rodean a Serge, un hombre seductor en decadencia, experimentan celos unas de otras. Junto a un deseo de venganza por sus repetidas infidelidades, hay en ellas una suerte de insensibilidad respecto a su estado de salud, «parecen mantis religiosas esperando la ocasión de poder decapitar al macho».
Mientras, la recién llegada Stèphane le observa con admiración y le ofrece el cariño que las demás le niegan, al tiempo que va descubriendo la verdad sobre los motivos que mueven a los demás personajes.
Thriller psicológico sobre la toxicidad de las relaciones familiares, comedia negra tortuosa, «El origen del mal[1]» -que para el espectador es un misterio y que realmente puede estar en todos y cada uno de los personajes de esta historia complicada en la que todos se observan, y todos desconfían- es un intento de desentrañar los secretos que esconden todos ellos, las luces y las sombras que los dibujan.
«Para mi –dice la hija de Serge a Stéphane- la familia es lo peor que hay en el mundo. Es como un veneno en la sangre, que contamina y que hace enfermar».
En efecto, en esta película ambigua que se mueve entre el drama y la comedia familiar- el fin justifica los medios y la relación «de sangre» es fuente de hipocresía, traición y manipulaciones.
- «El origen del mal» se estrena en los cines de Madrid este viernes 7 de julio de 2023