El festival flamenco que patrocina el Ayuntamiento de Madrid sigue con homenajes, este 19 de mayo al recientemente desaparecido, José Cortés Jiménez Pansequito del Puerto, una voz y un estilo que van quedando para la historia.
Antonio Reyes , su sobrino y gran cantaor nacido en Chiclana, ha querido traer a este escenario de la sala Guirao la luna de su tío.
Y también se ha traído como invitado para homenajearle y casi llorarle de emoción a Juan Villar, el veteranísimo cantaor de Cádiz..
El guitarrista fue el joven y ya más que emergente Joni Jiménez,, quien empezó el concierto con un percance en la quinta de su guitarra, así que la ya anunciada soleá se quedó para más tarde, para cuando regresó el guitarrista. Se hubiera dicho que Panseco quiso gastar la broma y regalar así al público un monumental martinete que Antonio improvisó sobre la marcha.
La imagen de Pansequito estuvo durante todo el concierto proyectada en video en la pantalla al fondo,, cambiante, siempre en clave de cante, de los cantes suyos que se fueron sucediendo en escena una vez reincorporado el guitarrista.
Antonio Reyes, ahora sí, pudo cantar un poquito por soleá, precedida de una preciosa falseta de Joni.. El cante de Antonio Reyes quiere ser fiel al del ausente aquí presente, pero con otros registros y otras letras, como si quisiera ejercer de hilo conductor entre dos generaciones.
Canta por tangos, con recuerdo al de San Fernando y a alguno más, emociona hasta la lágrima por seguiriyas, enciende por bulerías, cante para el maestro con todos sus respetos…
La irrupción en escena de Juan Villar con la imagen del maestro Panseco al fondo, ahí queda, como hito para la historia del cante de Cái y los Puertos. Le recuerda por soleá, por tangos y por bulerías … Ay Panseco y Juan Villar, un estilo de cante que ya ni los más fieles a la raíz pueden igualar.
Ellos dos y el maestro Rancapino, historia de otros años que dieron otra identidad al cante flamenco, fieles a la música, con otras letras, con su registro personal.
Un final a capella del joven cantaor y del veterano maestro, que ya es tan historia como el que es objeto de este homenaje. Un final a capella para la nostalgia y como no, para alegría por el auge presente del flamenco.