Más de dos millones de personas en toda Francia, más de quinientos mil manifestantes en París, han celebrado un primero de mayo histórico contra el presidente Emmanuel Macron y su reforma de las pensiones. La participación es el doble que en 2022 y la primera vez desde el 2009 con un llamamiento unitario de la intersindical.
La movilización masiva con participación de un centenar de delegaciones sindicales venidas de cinco continentes ha desmentido una vez más «el agotamiento» vaticinado por los sumisos editorialistas de la prensa dominante, cuando se cumplen ya tres meses de este movimiento social en Francia, que suscita la admiración en el extranjero.
La intersindical unánime ha publicado este martes un comunicado en el que denuncia la violencia autoritaria del gobierno frente a una movilización pacífica, festiva y popular, y llama a una próxima jornada de acción el 6 de junio, en vísperas del examen en el Parlamento de una nueva moción de censura contra el gobierno de Macron. La abrogación de la ley de pensiones sigue siendo para la intersindical la condición sine qua non para restablecer en Francia el dialogo social.
Si la celebración de este primero de mayo de lucha contra Macron ha sido masiva y festiva, con más de trescientas manifestaciones en toda Francia, se han señalado también en París y en otras ciudades numerosos enfrentamientos entre grupos radicales de manifestantes y la policía antidisturbios.
La estrategia de la tensión practicada por la BRAV M de la policía es, a mi juicio, la principal causa de esos incidentes, en los que se puede constatar de forma recurrente un uso desproporcionado de la fuerza y la violencia. Varios periodistas han sido agredidos este primero de mayo, como en París el reportero Remy Busine, o el conocido sindicalista Xavier Mathieu, entre otros.
La demanda de disolución de la BRAV sigue siendo una de las consignas más difundidas en esta movilización social masiva contra la ley de pensiones y contra la política antisocial de Macron. La tentativa de «criminalizar» y «prohibir» el movimiento de protesta social y sindical, provoca inevitablemente una espiral de violencia, utilizada por el gobierno para tratar de desprestigiar la legítima movilización.
Tentativa vana hasta la fecha, pues los franceses han comprendido, como lo indican los sondeos de opinión, que Macron es el único responsable de la crisis social y económica que vive el país. Su deriva autoritaria es hoy reconocida en Francia y a nivel internacional. En estas condiciones parece poco probable que pueda seguir en el poder hasta el 2027.
Sin embargo, dos medidas muy sencillas podrían devolver la paz social a este país: abrogación de la ley de pensiones y disolución de la BRAV, con reconocimiento de las innumerables violencias policiales.