Fuentes sindicales informan de que 300.000 manifestantes en París, más de un millón en 250 ciudades en toda Francia, han participado este sábado 11 de marzo 2023 en la séptima jornada de movilización nacional contra el proyecto ultraliberal del presidente Emmanuel Macron, que pretende prolongar de dos años la edad de la jubilación. De relieve la fuerte movilización en numerosas localidades de provincias.
La masiva manifestación parisina ha sido el blanco una vez mas de provocaciones y de violencia policial contra el servicio de orden de las organizaciones sindicales. De la plaza de la República a la plaza de la Nación, pasando por la simbólica toma de la plaza de la Bastilla, la multitud ha logrado pasar, no obstante la tentativa policial de dividir en dos el aflujo de manifestantes.
Entre las consignas más escuchadas en París y en toda Francia: «Paris, levántate» (Paris, soulève toi), y la canción de los «gilets jaunes» adoptada ahora por el conjunto del movimiento sindical y social: «Aunque Macron no quiera, estamos aquí, por el honor de los trabajadores, por un mundo mejor».
Numerosas consignas también contra los multimillonarios amigos de Macron que no pagan impuestos en Francia, o contra los muy privilegiados miembros del Senado. Pero la hostilidad contra Macron se lleva la palma transformando este movimiento social más allá del tema de las pensiones en una protesta popular contra su autoritarismo ultraliberal: «Macron, ¿estás sordo? ¡No es No!» reza una pancarta.
El presidente Macron ha rechazado la invitación al dialogo de la intersindical, afirmando que su proyecto está todavía en discusión en el parlamento, y visiblemente su gobierno ha dado consignas a la policía para intimidar y reprimir a los manifestantes, con el conocido pretexto de la provocación de un puñado de personas no identificadas. Varios periodistas han sido así mismos agredidos.
La intersindical llama en consecuencia a los trabajadores del sector público y privado a mantener la huelga general interprofesional reconducible, y reclama del poder presidencial y ejecutivo la convocatoria de una consulta electoral sobre la cuestión de las pensiones.
La intersindical unánime ha denunciado ese «bras d’honneur» (corte de manga) de Macron como un insulto a la democracia. En declaraciones al diario Le Monde, el economista Thomas Piketty analiza el giro autoritario y la política antisocial del jefe del Estado: «Macron no busca ya ni siquiera simular o presentarse como el modernizador del Estado social».
La realidad es que, en un contexto de inflación galopante, y de gigantesco incremento de las desigualdades sociales, Macron ha optado por dejar las manos libres a los especuladores, y favorecer a los accionistas del Cac 40, creando una situación explosiva.
La movilización prosigue y se extiende con una nueva jornada nacional el 15 de marzo, fecha en que se reúne la comisión mixta paritaria de las dos Asambleas (diputados y senadores) para examinar el proyecto, antes de someterlo a la aprobación definitiva de la Asamblea Nacional. El gobierno, minoritario en el parlamento, se dispone a hacer pasar su proyecto de ley mediante el 49’3, que evita el debate con los diputados, aun a riesgo de una moción de censura.
Mientras tanto se multiplican en todo el país los bloqueos y huelgas reconducibles en diversos sectores industriales del país. Los sindicatos del sector eléctrico amenazan con cortar el fluido en sectores estratégicos que afectarían al palacio del Eliseo. La huelga de los basureros se mantiene y toneladas de basura se acumulan en las calles de París. Los bloqueos de forma intermitente prosiguen en autopistas, plataformas de distribución del correo, centros comerciales, camioneros y transporte de mercancías, estibadores, centrales eléctricas y nucleares.
Desde el pasado 19 de enero varios millones de franceses se han manifestado y participan activamente en esta huelga general reconducible que reclama la retirada del proyecto de ley sobre las pensiones. De forma pasiva el ochenta por ciento de los franceses sostienen la protesta y es cada vez mayor la participación ciudadana en el apoyo financiero a las cajas de huelga para sostener el movimiento que lejos de debilitarse se radicaliza día a día.
La colera aumenta en todo el país y cada día nos trae nuevas y escandalosas informaciones que muestran la injusticia social que representa esa pretendida «reforma» de las jubilaciones:
- El senado controlado por la derecha y presidido por Gerard Larcher, ha aprobado la reforma. La cámara alta elegida mediante sufragio indirecto se lleva el récord de los privilegios en esta quinta república. Un senador al cabo de dos años puede tener una jubilación equivalente a la de un trabajador que ha cotizado durante treinta años. La previsión de jubilación del presidente Larcher es todavía más escandalosa, como lo ha revelado Mediapart: «La jubilación de Larcher, el secreto mejor guardado de la República».
- Mientras los salarios y las pensiones están bloqueadas, Macron practica su estrategia de limosnas con cuentagotas o incontroladas «primas» que no cuentan para la jubilación. Un senador en cambio cobra 7000 euros por mes. Las elites millonarias preconizan la austeridad para los pobres y las clases medias.
- El Estado ha pagado miles de millones de euros al gabinete privado McKinsey, que remplaza con sus «informes millonarios» la normal actividad de los funcionarios ministeriales. La negación del Estado Nación y la destrucción de los servicios públicos es un eje esencial en la política antisocial de Macron, junto con los regalos fiscales a las multinacionales.
- El candidato Macron, que en 2017 había prometido «una república ejemplar» para preservar la democracia, alcanza el récord de escándalos por conflictos de interés diversos o corrupción en sus propias filas y en su gobierno. Ver el informe de Mediapart al respecto que señala más de cuarenta casos que muestran la cultura de la impunidad instaurada por Macron, desde los primeros días de su llegada al poder.