Fue en París, una ciudad en la que en el siglo diecinueve tenían su mejor asiento las artes, las letras y las ciencias, donde nació la fotografía (pocos años después nacería allí también el cine). Los historiadores establecen conexiones con el contexto social, cultural y político en los que aparece.
La burguesía, clase social en alza, encontró en el nuevo invento el mejor medio de autorrepresentar sus condiciones económicas e ideológicas.
El hecho de que las fotografías estuvieran hechas por una máquina las convertía en algo distinto al resto de las formas de representación existentes y las dotaba de un cierto respeto porque la ciencia comenzaba a ser considerada una autoridad indiscutible.
La fotografía vino a satisfacer también la necesidad de perpetuar los acontecimientos sociales y políticos. El nacimiento de la fotografía se sitúa en la misma época que el del socialismo, una propuesta ideológica para la democracia y la cultura de masas.
Coincide también con el ascenso del utilitarismo y de la filosofía positivista de Comte, que aspira a un conocimiento científico y exacto del mundo, y a la objetividad, por lo que el periodismo sería una de las actividades más beneficiadas.
En arte triunfaba el expresionismo y en literatura el naturalismo, que aspiraban a una descripción más real y científica del mundo.
Es coetánea, también, del ferrocarril, que brinda a los viajeros la percepción del instante a través de las ventanillas de los vagones del tren: la fotografía permitirá la congelación de ese instante visual.
La fotografía documental, entre el arte y el testimonio
La aparición de la fotografía social documental en las últimas décadas del siglo diecinueve coincidió en Europa con una gran demanda de fotografías que recogían escenas callejeras tomadas en las grandes ciudades. También con el movimiento artístico de los impresionistas, que trasladaron a sus lienzos la vida bulliciosa y callejera del París de esos mismos años.
Fue en este tema en el que trabajaron fotógrafos como Eugène Atget, Louis Vert o Paul Géniaux, tomando sobre todo fotografías de calles y edificios y de personas dedicadas a los más diversos oficios que se desarrollaban en esas calles, desde vendedores a prostitutas.
En esos mismos años, y en las primeras décadas del siglo veinte, que marcaron el desarrollo de la industria moderna, nació una fotografía cuyos contenidos estaban pensados para mostrar las condiciones de trabajo y la situación de las clases menos favorecidas por el auge industrial.
Esta fotografía tenía como objetivo prioritario la denuncia de las injusticias, la explotación y las desigualdades, convirtiéndose a veces en una verdadera manifestación de activismo social.
Se puede considerar como pionero de este movimiento al sueco Oscar Rejlander, cuyas fotografías denunciaban la situación de los marginados de las grandes ciudades, en ocasiones utilizando modelos en poses preparadas (Noche en la ciudad).
En mayo de 1874, el doctor Thomas John Barnardo creó un departamento fotográfico en su Home for Working & Destitute Lads (una casa de acogida de niños huérfanos y desamparados de Londres), para el que hizo más de cincuenta mil fotografías que vendía para recaudar fondos para la institución.
En Estados Unidos, Alice Austen y Jacob Riis hicieron fotografías de las clases más desprotegidas, mientras la Farm Security Administration y Photo League trabajaban en esta misma línea.
A raíz de la práctica de esta modalidad surgió el macrogénero del documentalismo fotográfico, que tenía vocación de denuncia de aspectos sociales donde la injusticia se hacía más evidente y también de temas como las reformas urbanísticas, la industrialización salvaje que comenzaba a destruir parajes naturales y las revueltas populares.
La fotografía entre dos revoluciones
El Museo Reina Sofía acoge estos días una amplísima exposición (más de quinientas obras) de los orígenes de la fotografía documental entre las revoluciones de 1848 y la soviética de 1917.
Se recogen instantáneas de denuncia social, retratos de delincuentes fichados por la policía y otras de carácter étnico y antropológico.
Hay aquí fotografías de tipos populares de las clases proletarias urbanas, personajes callejeros, pescadores, mineros y obreros. Se muestra la vida cotidiana de la clase trabajadora en imágenes como la de Daguerre «Boulevard du Temple», que capta a un limpiabotas, primera aparición de una persona en una fotografía, o los carpinteros de las fotos de Henry Fox Talbot.
Una de las salas se dedica a la década de 1850, cuando se hacían campañas sobre los monumentos nacionales, como las imágenes tomadas por Charles Clifford en España, en las que aparecen también criados, gitanos, mendigos y trabajadores. La comunidad de pescadores de Newhaven de David Octavius Hill y las de obreros de París y Londres de Charles Negre y John Thomson pertenecen a esta categoría.
En cuanto a las grandes obras urbanas, están aquí las fotografías de Charles Marville de la reforma de Haussmann en París, los barrios antiguos de esta ciudad tomados por Eugène Atget y las imágenes de Heinrich Zille de Berlín y de Ritter von Staudenheim en Viena.
Hay un espacio dedicado al trabajo en las fábricas, los reclusos empleados en las construcciones y los obreros de las prospecciones mineras en Estados Unidos, fotos tomadas por Timothy O’Sullivan.
Un documento de gran valor testimonial es el gran catálogo sobre razas humanas de Carl Damman y las fotografías utilizadas en los ámbitos médico y judicial, de los pioneros Jean-Martin Charcot, Alphonse Bertillon y Francis Galton.
La última sala está dedicada a las imágenes de los procesos revolucionarios de la Comuna de París, la Semana Trágica de Barcelona, y la soviética en la Rusia de 1917 y se cierra con las fotografías de Paul Strand y Lewis Hine, pioneros de la fotografía documental.
- TÍTULO. Genealogías documentales. Fotografía 1848-1917
- LUGAR. Museo Reina Sofía. Madrid
- FECHAS. Hasta el 27 de febrero de 2023