A pesar de los más de ochenta años transcurridos desde que finalizó la guerra civil española, se siguen publicando un considerable número de obras en los ámbitos de la historia, el ensayo y la literatura. Algunos de estos libros descubren aspectos poco conocidos o inéditos sobre la contienda que enfrentó a los españoles durante tres años. Se publican ahora dos trabajos que registran algunos casos insólitos, sorprendentes o desconocidos, de víctimas y victimarios de las dos fuerzas enfrentadas en el conflicto.

A por ellos

Los personajes que asociamos a nuestra guerra civil son casi siempre militares y políticos de uno u otro bando que tuvieron un protagonismo patente en los ámbitos en los que ejercían sus funciones. La investigación histórica, sin embargo, ha rescatado nombres y acontecimientos cuyo protagonismo había pasado casi desapercibido durante los años transcurridos desde el final de la guerra.

Es el caso de Felipe Acedo Colunga, uno de los personajes más siniestros del franquismo, un fiscal procedente de la rama militar de la aviación, reconocido como arquitecto de la represión franquista que se ejerció sobre los republicanos y de los métodos legales en los que debía basarse su exterminio. Colunga promovía el predominio absoluto de lo militar sobre todo lo demás y por lo tanto, del derecho militar sobre el civil. La obra en la que se resume su ideario es una «Memoria» de cuyo contenido apenas se conocían algunos fragmentos aislados.

Una investigación del historiador Francisco Espinosa ha propiciado el hallazgo casi milagroso, dado el lugar y las condiciones en las que se encontraba, del texto completo de aquella obra en la que se contienen los principios en los que los vencedores basaron la persecución y la represión de los defensores del gobierno constitucional, una exposición detallada de los fundamentos ideológicos de la represión.

Castigar a los rojos cubierta

A analizar esta «Memoria» se dedica el libro «Castigar a los rojos» (Crítica), firmado por el propio Espinosa y por los también historiadores Guillermo Portilla y Ángel Viñas, que incluye además el texto completo de aquella obra de Acedo Colunga.

El modelo de esta «Memoria» de Colunga coincide con el implantado por los nazis en Alemania, mezclado con el pensamiento tradicional español más reaccionario, y se basa en el principio de «primero reprimir y luego teorizar para justificar la represión».

Pero un segundo principio inspirador se fundamenta en la Santa Inquisición como modelo procesal-penal de la justicia en España para lograr la purificación del país y la reconstrucción en torno a los valores del caudillaje, el imperio y la religión frente a la decadencia histórica que habría supuesto la República, para lo que la Iglesia católica se incorporó como una pieza más del engranaje represor (para Colunga, la justicia emanaba directamente de Dios).

La «Memoria» sentaba las bases para el ajuste de cuentas con todos los republicanos y con los desafectos al Movimiento. Colunga propone «la eliminación física, moral y económica de todas las personas afines a la República». Su objetivo era mantener las actuaciones judiciales militares más allá del final de la contienda, justificar la sublevación y trasladar a las víctimas la responsabilidad de la guerra.

Para Acedo Colunga el fiscal debía ser el intérprete del espíritu popular: no importaba el texto de la ley sino su interpretación. En otras palabras, había que condenar a quienes, aunque no se les hubiera podido probar delitos, fuesen desafectos a la causa. El culmen de esta barbaridad se encuentra en el principio de condenar por la cara, «por la impresión que en el Tribunal produjese la cara de los procesados».

Otro de los contenidos teóricos de la «Memoria» se dirige a descalificar al ejército republicano, al que considera «muchedumbre de delincuentes». También a considerar ilegal el resultado de las elecciones de febrero de 1936 y a negar que hubiese una guerra civil, al no existir –dice- una igualdad moral entre los contendientes.

Otro de los textos que revelan el ideario de Acedo Colunga es el correspondiente al consejo de guerra contra Julián Besteiro (Colunga participó en más de quinientos consejos, gran parte de los cuales terminaron con pena de muerte), asimismo analizado en este libro.

Terror rojo

La casuística recogida por Pedro Corral en «Vecinos de sangre» (La Esfera de los Libros) incluye investigaciones y testimonios de víctimas de la represión ejercida por algunos sectores de las fuerzas republicanas durante el tiempo en que la ciudad de Madrid estuvo sometida al cerco de las tropas del general Franco.

Una gran parte de los casos están protagonizados por los porteros de las fincas, cuyo cometido se desarrollaba en un difícil equilibrio entre la delación obligada por las leyes que trataban de descubrir a quintacolumnistas y desafectos (los porteros eran oficialmente auxiliares de la policía gubernativa, encargados tanto de la vigilancia como de impedir la comisión de delitos en las fincas que gestionaban) y la protección que forzaba la confianza familiar entre vecinos y porteros, que arriesgaban incluso sus vidas.

De ahí que mientras los franquistas los culpaban de colaborar con la represión, los republicanos los acusaban de encubridores. Falangistas, militares, religiosos, monárquicos y simpatizantes de las derechas republicanas fueron los objetivos de persecuciones en «un laberinto sin salida en el que deambulaban verdugos, víctimas, espías, confidentes, delatores, vividores y aprovechados del mal ajeno» (p.94).

Tomados en una gran parte de las «declaraciones juradas» de la Causa General, por lo que la fiabilidad y el rigor hay que ponerlos en duda, muchos casos que figuran en este libro son un compendio de horrores que, aunque no con la virulencia ejercida por el bando contrario, no hay que ignorar si no se quieren repetir los errores que en situaciones extremas conducen a acciones como las que aquí se denuncian.

Casos como el del director de prisiones Melchor Rodríguez, quien evitó que se llevaran a cabo numerosas sacas y se cometieran muchos fusilamientos, debieran haber sido más frecuentes en aquel Madrid caótico. Se recogen en estas páginas crímenes y actividades inexplicables desde la legalidad y la legitimidad de un gobierno democrático, que no hay que ignorar si se quiere hacer un análisis objetivo de lo sucedido.

Francisco R. Pastoriza
Profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Periodista cultural Asignaturas: Información Cultural, Comunicación e Información Audiovisual y Fotografía informativa. Autor de "Qué es la fotografía" (Lunwerg), Periodismo Cultural (Síntesis. Madrid 2006), Cultura y TV. Una relación de conflicto (Gedisa. Barcelona, 2003) La mirada en el cristal. La información en TV (Fragua. Madrid, 2003) Perversiones televisivas (IORTV. Madrid, 1997). Investigación “La presencia de la cultura en los telediarios de la televisión pública de ámbito nacional durante el año 2006” (revista Sistema, enero 2008).

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