Primero los hechos: La abstención en la primera vuelta de esta elección presidencial se sitúa según datos del Ministerio del Interior, con el 97 por ciento de sufragios, entre veinticinco y veintiséis por ciento del cuerpo electoral. Si a ello añadimos los votos blancos (de protesta) y nulos que no son contabilizados, el numero de abstencionistas es superior al de aquellos que votaron por el primer clasificado. Un francés de cada cuatro no ha acudido a las urnas.
Emmanuel Macron, el candidato de las multinacionales y de la Europa neoliberal ha obtenido 27,6 por ciento de los votos contabilizados hasta el momento, pero si tenemos en cuenta el numero real de abstencionistas, votos blancos y nulos, su peso real en el cuerpo electoral representa el veinte por ciento. Como decíamos en crónicas anteriores, el actual sistema electoral permite a un candidato con veinte por ciento de votos gobernar el país, cuando ochenta por ciento de los electores están en contra. La constitución de la Quinta República es una anomalía democrática.
En segunda posición llega Marine Le Pen con 23,41 por ciento de votos, mientras el globo Zemmour se desinfló (siete por ciento de votos). La extrema derecha «normalizada» por el propio gobierno y los medios informativos dominantes, que le han abierto un bulevar a lo largo de estos últimos años utilizando su propio lenguaje xenófobo y antisocial, se encuentra en posición de finalista.
En tercera posición el candidato de la verdadera izquierda en la lucha social y ecológica: Jean Luc Melenchon y la Unión Popular, quien ha logrado la proeza de reconstruir una fuerza política de izquierdas, con 21,9 por ciento de votos, que será decisiva en las próximas elecciones legislativas, pero también en las luchas sociales y por la defensa del medio ambiente que nos esperan en los próximos cinco años.
El resultado de esta primera vuelta, muestra de forma evidente una recomposición del panorama político en Francia con cuatro ejes:
- El de los abstencionistas, decepcionados y desinteresados de la política, que no soportan más las mentiras y falsas promesas de las élites en el poder. El gran desafío de la democracia sigue siendo llevar los abstencionistas a las urnas. El boicot de Macron y de la prensa a su servicio para impedir una verdadera campaña electoral ha provocado cuatro por ciento mas de abstencionistas que en 2017.
- La extrema derecha neofascista con Le Pen, a fuerza de normalización y banalización de su racismo por los sucesivos gobiernos en el poder, se encuentra hoy con un electorado estable. Junto con la reserva de votos del fascista Zemmour, se sitúa incluso delante de Macron, cara a la segunda vuelta. Sin embargo, la aritmética no rima necesariamente con la lógica electoral, y el transvase de votos de un candidato a otro es siempre incierto.
- La derecha en el poder con el candidato de los ricos Macron y de la Europa neoliberal, que ha logrado pulverizar al PSF y al LR, atrayendo a su electorado derechista, sin haber logrado en cambio construir una fuerza política digna de ese nombre. Hidalgo, Jadot y Roussel, quienes se han precipitado ya llamando a votar Macron en la segunda vuelta, han probado que no tienen nada en común con la verdadera izquierda en Francia. Como la derechista Pecresse, ninguno de ellos alcanza el mínimo de cinco por ciento de votos que permite el rembolso de la campaña electoral. Recomponer un partido de derechas sobre las cenizas del PSF, del LR y del inexistente LREM será el rompecabezas de Macron en las legislativas próximas. Su eslogan podría ser: oportunistas, tránsfugas y derechistas uníos para salvar vuestros privilegios.
- La izquierda francesa que había y ha puesto sus esperanzas en la candidatura de Jean Luc Melenchon y la Unión Popular, se ha reconstituido logrando una magnifica campaña electoral, situándose en casi igualdad de votos que Le Pen, lo que tendrá una importancia decisiva en las próximas elecciones legislativas. Muy poco ha faltado para llegar a la segunda vuelta.
Los valores de la izquierda que colocan al ser humano por encima de los beneficios del CAC 40, siguen vivos y la lucha continúa y continuará en las urnas, en las empresas y en la calle, para defender los intereses de los trabajadores, frente a los que favorecen la especulación financiera, el alza de precios incontrolados, la carrera armamentista y la contaminación del medio ambiente. La mayoría del voto de los jóvenes 34 por ciento (según las encuestas) ha ido a Melenchon. La esperanza sigue viva aun si se anuncian negros nubarrones.
La fractura social y democrática de tal sistema exige su inmediata modificación, pero solo la Unión Popular proponía una sexta república. La explosión social es inevitable si el gobierno y el parlamento no representan las fuerzas realmente existentes en el país.
Para que la democracia francesa pueda respirar y salir del régimen autoritario y monárquico de Macron o de Le Pen, una necesidad inmediata: la proporcional integral o ligeramente corregida, que permita la representación parlamentaria de las principales corrientes políticas en el parlamento.
El futuro de Francia
Y ahora mis convicciones profundas cara a la segunda vuelta:
Melenchon ha dejado claro que en la segunda vuelta «ningún voto debe ir a Le Pen», lo que no significa en ningún caso llamar a votar a Macron, un autoritario neoliberal al servicio de las multinacionales, un pirómano que ha contribuido con su política represiva policial y judicial a alimentar la normalización de la xenofobia ultraderechista.
Mi voto por la Unión Popular era un voto por la sexta república, capaz de devolver su poder real al parlamento en un Estado de derecho.
Frente a la ultraderecha xenófoba y frente al candidato del CAC 40, la única alternativa posible y coherente en una segunda vuelta que no reconoce ni contabiliza el voto en blanco, es la abstención, para que quede claro cual es el numero de electores que validan esa farsa electoral.
La abstención al menos será contabilizada y permitirá mostrar el carácter ilegitimo de ese dispositivo electoral.
Una vez más nos proponen el remake de la estafa del voto inútil: La peste o el cólera. Mi respuesta de elector de izquierdas es la abstención, ni un voto a la extrema derecha, ningún voto a Macron. Ninguna consigna de voto. Cada cual frente a su conciencia.
Yo no iré a votar por el balance, represivo, liberticida, autoritario y antisocial de Macron, destructor del derecho laboral, y cínico demagogo. Contra la extrema derecha amigos y electores de la izquierda, me encontrareis siempre, hoy como ayer, codo a codo en la próxima barricada.
Los mismos que han abierto los micrófonos, las cámaras y páginas de su prensa a la propaganda xenófoba y abyecta de la ultraderecha, nos dan hoy lecciones de «antifascismo» y llaman a votar Macron. Son patéticos hipócritas y manipuladores aprendices de brujo.
Los sepultureros de la ecología (Jadot), del PSF (Hidalgo) y de del PCF (Roussel), han contribuido a la pírrica victoria del remake Macron/Le Pen en la primera ronda, la historia les juzgará. Y la historia empieza en las próximas elecciones legislativas en Francia, en donde gracias a Jean Luc Melenchon, a la Francia insumisa y a la Unión Popular, la izquierda francesa saldrá sin duda reforzada.
Mi próxima cita con las urnas será pues en las elecciones legislativas y mi voto por los diputados y representantes de la Unión Popular. Gracias a ellos por haber mantenido la hoguera de la esperanza en el ser humano.