Coincidiendo con el final de Festival de Jerez 2022, voy a dar, como el título indica, unas pinceladas de alguno de los espectáculos a los que asistí desde el 23 al 28 de febrero, de Beatriz Morales y Agujetas hijo, Ángel Rojas Dance Project, Sara Cano, Compañía Musa y Manuela Carrasco.
Beatriz Morales: Flamenco sin Sulfitos
Desde la raíz hasta la vanguardia, sin aditivos ni conservantes. (por si alguien no sabe lo que son sulfitos) Un estreno absoluto en la Sala Compañía que mereció la pena. Un espectáculo bien estructurado, bien concebido artísticamente, muy bien realizado, con un elenco garantía de calidad y buen hacer. Un estreno que merece reeditarse por esos mundos flamencos de Dios.
Cante, baile y toque. Para ellos sin sulfitos quiere decir flamenco de la tierra, de la naturalidad de su ser, de su sentir y manera de expresarse.
Los artistas: Beatriz Morales joven veterana bailaora, coreógrafa y junto a Agujetas Chico directora de estos sulfitos que no lo son. De este chico qué vamos a decir, que viene de una saga histórica del Barrio de San Miguel de Jerez.
Las músicas son originales de Agujetas Chico, Dani Bonilla y David Caro. Agujetas toca y canta, Caro toca la guitarra. Los coros son de Dani Bonilla y Cristina Tovar. Bajo y palmas de Juan Grande, más palmas de Tarote. la percusión de Carlos Merino y como artista invitado Diego Villegas con su saxo/flauta. Excelente composición coreográfica, iluminación y sonido. Una gozada de estreno.
Ángel Rojas: Ser baile
Quizá tenía muchas expectativas para este “Ser baile – Capítulo 1 Trilogía – Geografía Flamenca del Pensamiento”. Expectativas basadas en el conocimiento del gran artista que es Ángel Rojas.
Dice en su sinopsis de Ser baile: “El primer capítulo de la trilogía pretende poner el acento en la verdadera transformación del intérprete a lo largo de su viaje emocional, con los diferentes elementos que cuestionan y colaboran en la mutación de la materia en algo no tangible, que es capaz de trasformar los propios pensamientos en algo totalmente fascinante: el momento en que el cuerpo deja de ser cuerpo para llegar a Ser Baile.”
Ahí empieza el problema. Que Ángel Rojas no parecía el Ángel Rojas que conocemos, que su cuerpo no llegó a ser baile, no hubo transformación, ni mutación de la materia en algo intangible, ni el cuerpo dejó de ser cuerpo.
A ratos, su cantaora María Mezcle, que estuvo sensacional, parecía la cabeza de cartel. Parecía que Rojas le hubiera cedido el protagonismo. Protagonismo tuvo, más allá del cante, porque las letras son suyas.
La composición musical es de Jony Jiménez y Bandolero, guitarrista y percusionista respectivamente. Idea original, dirección artística, baile, coreografía y diseño de iluminación –junto a Carlos Marcos Molins– de Ángel Rojas.
Todos sabemos el gran artista que es Ángel Rojas. Quizá no fue su tarde. Quizá pequé de expectativas. Y quedan dos capítulos más para completar una trilogía que promete hacer historia.
¡Cómo olvidar su maravilloso Ya no seremos de hace menos de un año!
Sara Cano: Mujer de pie
Los Museos de la Atalaya se han consolidado como sede del Festival. La verdad que el sitio es fantástico y sugeridor por sus jardines, esculturas, Palacio del Tiempo, Misterio de Jerez y un excelente auditorio.
Las mujeres seguimos en lucha continua para seguir estando de pie. Por eso se agradece a Sara Cano Compañía de danza este espectáculo tan intenso, que logra inquietar a veces al espectador femenino, no sé si también al masculino, no tengo referencias.
Sara tiene un currículo impresionante de creaciones y premios, de estar de pie. Magníficamente secundada por Ricardo Moro, en coreografía y baile; Alberto Funes y Al Blanco al cante. Internacionaliza su creación con la música de Alexei Starodubtsev – también de Funes- y el asesoramiento en dramaturgia de Kai Alejandrx.
Ella dice, entre otras cosas, de lo que ha pretendido en Mujer de pie:
«Un dúo en el que un cantaor y una bailarina interactúan entre sí para hablar de la caída y la recuperación, de la acción de caer y levantar y los mundos que se suceden entre una acción y otra, encarnados en dos cuerpos que a veces cantan, a veces bailan, a veces caen, a veces buscan el equilibrio en el propio desequilibrio para propiciar el resurgimiento del cuerpo caído y la voz callada. Un dúo cantado y bailado, en el que interactúan una bailarina y un cantaor, buscando estrechar los límites entre voz y cuerpo y cómo ambos se relacionan para encontrar un espacio común que habla de la idea de reinventarse para resurgir».
Carmen Fernández: La rosa mutábile
De lo mejor que se ha visto en los días de mi estancia en el Festival de Jerez es esta Rosa mutábile producida por la Compañía Musa de Carmen Fernández Alonso, basada en el poema lorquiano de ese paradigma social que es Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores, esa tragedia sin muertos como dice al final la criada, que como todas las criadas de Lorca, ejerce de voz de la conciencia de lo que los señores no osan decir.
La flor y la mujer, Rosita, son un mismo personaje. Es una oda a la transformación, a la impermanencia. Transformación de la flor, transformación de Rosita, en ese canto dramático al paso del tiempo, gracias, aparte de la interpretación impecable, al acertadísimo y hermoso vestuario diseñado por Carmen Fernández Alonso y realizado por Carmelilla.
Acierto en la selección de artistas y personajes que interpretan. La rosa/Rosita, Inmaculada Aranda; Gabriel Matías es el primo, el botánico y el demonio; Mariana Collado muestra las caras de varios personajes. Nos reencontramos con el guitarrista y compositor Canito, autor de las músicas originales. Y el gran cantaor El Maty se ocupa también de la música electrónica y efectos especiales.
Es decir, en todos ellos está presente la transformación, la impermanencia que caracterizan la obra y la realidad de la pobre Rosita. Una coreografía y dramaturgia state of the arts, un estreno absoluto que alegró mi mañana del 28 de febrero en los Museos de la Atalaya.
Manuela Carrasco: Aires de mujer
Teatro Villamarta, 28 de febrero 2022.
Excelentes mimbres para una escenografía de antaño, que no se entiende en una veterana como Manuela Carrasco. Ya está bien de colocar al fondo de la escena en semicírculo a guitarristas, instrumentistas, cantaoras, cantaor, percusionista, palmeros, que retrotraen a un escenario de hace más de un siglo. Eso no es raíz, es estatismo que ignora los cambios en el más amplio sentido de la palabra.
Una Manuela Carrasco que ya no es lo que fue en el baile. Hay que tener la sabiduría de retirarse a tiempo.
Muy bien las cantaoras Anabel Valencia, María Vizarraga, -la musa de Farruquito – y Samara Carrasco. Las guitarras de Joaquín Amador, Antonio Santiago y Ramón Amador, hijo. El violín de Elisa Prenda; la percusión de José Carrasco y las palmas y cante de Ezequiel Montoya que lució mejor junto a Farruquito, dos noches antes.
Poco más hay que decir de estos aires de mujer. Siempre recordaremos a la Diosa Gitana, merecedora de los más altos premios nacionales. Por eso quizá, actuó en el Día de Andalucía.