El mundo dispondrá desde 2024 de un pacto contra la contaminación plástica, de carácter vinculante, según decidió la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEA en inglés) que ha concluido en esta capital, informa IPS desde Nairobi.
La contaminación plástica «se ha convertido en una epidemia. Con la resolución de hoy estamos oficialmente en camino de una cura», resumió el presidente de esa asamblea y ministro de Clima y Ambiente de Noruega, Espen Barth Eide.
La resolución, adoptada por ministros y otros delegados de 175 países participantes, establece que un comité intergubernamental negociará, tras amplias consultas desde este año, un acuerdo que a partir de 2024 gobierne el ciclo de vida completo del plástico, incluida su producción, diseño y eliminación.
«Que quede claro que el mandato del comité no otorga a ninguna parte interesada una pausa de dos años», advirtió de inmediato Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).
El Pnuma «trabajará con cualquier gobierno y empresa que esté dispuesto a lo largo de la cadena de valor para alejarse de los plásticos de un solo uso, así como para movilizar financiamiento privado y eliminar las barreras a las inversiones en investigación y en una nueva economía circular», dijo Andersen.
El tratado que comienza a negociarse «es una póliza de seguro para esta generación y las futuras, para que vivan con el plástico y no se vean condenados por él», abundó Andersen.
El Pnuma destacó en la Asamblea que la producción de plástico se disparó, de dos millones de toneladas en 1950 a 348 millones de toneladas en 2017, convirtiéndose en una industria global valorada en 522 600 millones de dólares, y se espera que duplique su capacidad para 2040.
Los impactos de la producción de plástico y la contaminación en la triple crisis planetaria del cambio climático, la pérdida de la naturaleza y la contaminación son «una catástrofe en ciernes», según el Pnuma.
La exposición a los plásticos puede dañar la salud humana y afectar potencialmente la fertilidad, la actividad hormonal, metabólica y neurológica, y la quema de plásticos al aire libre contribuye a la contaminación del aire.
Para 2050, las emisiones de gases de efecto invernadero (responsables del calentamiento global) asociadas con la producción, el uso y la eliminación de plástico representarían 15 % de las permitidas, si se quiere que la temperatura aumente menos de 1,5 grados Celsius sobre los niveles preindustriales.
Más de ochocientas especies marinas y costeras se ven afectadas por esta contaminación por ingestión, enredos y otros peligros. Unos once millones de toneladas de desechos plásticos fluyen anualmente a los océanos, lo que puede triplicarse para 2040.
Un reciente estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, de naciones industrializadas y emergentes, expuso que en los últimos setenta años la actividad humana ha contaminado con más de 140 millones de toneladas de plástico los ecosistemas acuáticos.
Unos 109 millones de toneladas se acumulan en los ríos y lagos del mundo, otros 30 millones contaminan los océanos, y 1,4 millones de toneladas avanzan desde los ríos hacia los mares.
El Pnuma postula que el cambio a una economía circular puede reducir el volumen de plásticos que ingresan a los océanos en más de 80 por ciento para 2040, reducir la producción de plástico virgen en 55 por ciento, y ahorrar a los gobiernos para entonces 70.000 millones de dólares.
Las emisiones de gases de efecto invernadero se reducirían en 25 por ciento y pueden crearse 700.000 puestos de trabajo adicionales, principalmente en el Sur global, según esos cálculos.
Andersen consideró que el nuevo tratado, que comenzaría a ratificarse por los Estados en 2024, es el pacto internacional ambiental más importante al que se ha llegado desde que en 2015 se cerró el Acuerdo de París contra el cambio climático, que fijó el umbral de 1,5 grados centígrados para limitar el calentamiento global.