Los gobiernos de Australia y el Reino Unidos han anunciado que, siguiendo el ejemplo de Estados Unidos, Canadá y Nueva Zelanda no van a enviar representación diplomática a los próximos Juegos Olímpicos de invierno, previstos del 4 al 20 de febrero de 2022 en Pekín, como respuesta a las violaciones de los derechos humanos que las autoridades chinas cometen repetidamente aunque, según expertos en relaciones internacionales, no es este el único motivo del boicot.
A estas alturas ya no es ningún secreto que las relaciones de China con Estados Unidos o Australia se han deteriorado en los últimos años por razones «comerciales, de seguridad e incluso por la crisis del coronavirus», según una información de Radio France Internationale (RFI).
En principio, el boicot es solo diplomático, los países van a enviar a sus atletas que participarán en las competiciones anunciadas; no se trata de un boicot deportivo como el que llevo a cabo Estados Unidos en las Olimpiadas de Moscú de 1980, en señal de protesta por la invasión de Afganistán, al que la URSS y Cuba respondieron no enviando a sus deportistas a Estados Unidos en 1984.
Los países que se han ido sumando al boicot argumentan la persecución en China de la minoría uigur, encerrada en campos de concentración donde, según organizaciones de defensa de los derechos humanos como Amnistía Internacional y Human Rights Watch, «se les obliga a efectuar trabajos forzados y se esteriliza a las mujeres», a lo que desde Pekín responden que se trata de una manipulación política.
Para Zhao Lijian, portavoz del ministerio chino de Asuntos Exteriores, los Juegos Olímpicos «no son un escenario para el show político y la manipulación. El boicot es una provocación y una grave ofensa a los mil cuatrocientos millones de ciudadanos chinos. Para China los Juegos Olímpicos no tienen nada que ver con la política».
A la reivindicación de libertad para los uigures hay que añadir, en los últimos meses, la represión sistemática de la oposición en Hong Kong y, últimamente, el caso de la desaparición de la campeona de tenis Peng Shuai tras denunciar haber sufrido agresión sexual por parte de un alto dirigente comunista, además de las tensiones con Taiwan, territorio amenazado si declara su independencia.
La Casa Blanca anunció la semana pasada, en una rueda de prensa del secretario Jen Psaki, el primer boicot en más de cuarenta años a los Juegos Olímpicos: «La administración Biden no enviará representación oficial a los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de invierno de 2022 en Pekín, teniendo en cuenta el genocidio y los crímenes contra la humanidad perpetrados por la República Popular de China en Xinjiasng, y otras violaciones de los derechos humanos».
Según Psaki, se trata de un «mensaje claro» de que no pueden quedar sin respuesta actuaciones como los desplazamientos forzosos de uigures y otras minorías musulmanas.