Manuel Fernández Moreno Sernita, Jerez, 21 de mayo de 1921 – Madrid, 9 de noviembre de 1971, no fue profeta en su tierra porque al decir de algunos, siendo gitano «no cantaba gitano, cantaba gachó».
Esto no pareció importarle a Antonio el Bailarín, quien durante once años lo paseó por el mundo junto a él, como su cantaor estrella. Y con él se hizo un grande en afinación y registros de su voz portentosa.
El sábado 23 de octubre 2021, en su Jerez natal se le rinde homenaje en el centenario de su nacimiento y cincuentenario de su muerte, en la Asociación Cultural Flamenca Luis de la Pica, en el marco de las Sextas Jornadas de Estudio del Cante de la UCA (Universidad de Cádiz) Ciudad de Jerez, en el corazón del Barrio de Santiago, a pocos pasos de donde él nació, en la calle del Marqués de Cádiz.
Jornadas dedicadas a Sernita en este 2021 como un acto de justicia a su memoria, para dar por fin el sitio que merece por su calidad artística a este cantaor del siglo pasado. Se le recordará en un gran taller convivencia al que pueden inscribirse como público hasta completar aforo quienes lo deseen.
Sernita de Jerez
Cumplía la regla de los nacidos en un barrio gitano cantaor como Santiago. Ser miembro de una ilustre estirpe cantaora. Era sobrino de Francisco Fernández Ramos Tío Cabeza, de El Tati, de Juanichi el Manijero y primo de Tío Parrilla, Tío Borrico y Terremoto de Jerez. Por hablar de los ilustres, porque de los no profesionales, muchos más, empezando por su padre.
Si podemos hablar de hitos en la trayectoria de Sernita, quizá habría que empezar por su temprano traslado a Madrid, para debutar en el tablao El Duende, que dirigían Gitanillo de Triana y Pastora Imperio. El segundo y más importante, su incorporación a la compañía de Antonio Ruiz Soler quien le consagró como cantaor internacional. Antonio le contrató para sustituir nada menos que a Antonio Mairena en un trío de cantaores, que compartió con Chano Lobato y José Fernández El Chaleco.
En 1957 ganó tres premios en el Concurso Nacional de Córdoba: por soleares, malagueñas y cantiñas.
Otro hito, al fin en su Jerez natal, fue su participación en el mítico disco Canta Jerez de 1967, que reunió con él a Terremoto de Jerez, El Sordera, Tío Borrico, Romerito de Jerez, Manuel Valencia Peña Diamante Negro y a los guitarristas Paco Cepero y Paco de Antequera. Disco que hoy en día es objeto de culto, como quintaesencia del cante flamenco.
Los once cantes son una clave inequívoca de los cantes jerezanos: Fandangos del Gloria, bulería por soleá, siguiriyas, soleares, cabales, bulerías de Nochebuena, seguiriyas, soleá de Juaniqui, martinete, seguiriyas y fiesta por bulerías. Ganan las seguiriyas por goleada. Sernita cantó las cabales Moritos a caballo, por lo que se dijo las más ‘enjundiosas’ grabadas nunca y en la fiesta por bulerías, la mejor grabada en disco, según reconocimiento unánime.
Sernita fue mucho más, como ha dejado constancia en su por desgracia no muy extensa discografía. Fue cantaor largo, por palos de toda Andalucía: Ahí están sus alegrías de Cádiz y Jerez, siguiriyas, malagueñas de varios estilos, verdiales, soleares, fandangos, bulerías, tientos, caña, martinete, peteneras, serranas, taranto, tanguillos, cabales, granaína, bulerías por soleá, saetas….
Su falta de reconocimiento en Jerez, está sellada por una frase de Tía Anica la Piriñaca, la que decía de su cante que le dejaba sangre en la boca. Para ella Sernita ‘cantaba todo muy bien, pero no cantaba flamenco; quizá las bulerías un poco mejor’. En el resto de Andalucía era un cantaor de referencia. En Granada, Córdoba, Almería, Málaga, Cádiz… Como dice el dicho típicamente jerezano, Jerez no fue buena plaza para él.
Hasta ahora. El homenaje que le rinde Jerez en su centenario, para ponerle al mismo nivel que sus coetáneos Terremoto y Sordera, borra o trata de borrar toda la incomprensión anterior, cerrada en un reduccionismo que hoy ya no tiene fundamento, de que lo que no suena a gitano no es cante flamenco.
El homenaje al centenario de Sernita se suma al movimiento –tardío, pero nunca es tarde si la dicha es buena- organizado por vecinos de Santiago para poner en marcha y pedir ayudas, -ya sean privadas o institucionales,- para restaurar un barrio que es cuna histórica del flamenco y que se encuentra en un estado de deterioro urbano y social lamentable e incomprensible.
Nos pasamos la vida hablando de su histórica cantera flamenca, y hoy en día es una pura ruina por desidia, porque desde que las familias gitanas empezaron a emigrar desde las casas de vecinos santiagueras a otros barrios de Jerez, salvo contadas y honrosas excepciones, nadie se ha ocupado del mantenimiento y nuevo uso de esos cascarones vacíos.
Así somos y así seguiremos. Tirando piedras a nuestro tejado.