Isabel Galvín[1]
La decisión, que ha ejecutado el Ayuntamiento de Madrid de retirar la placa de una calle de Madrid que recordaba a la maestra Justa Freire y sustituirla por la del general franquista Millán Astray, ignora la historia y convierte el callejero de Madrid en una celebración del odio.
Justa Freire merece ser recordada. Justa fue una maestra incansable que dejó su marca en Madrid, educando a los hijos de obreros en el barrio de Cuatro Caminos y también formando a otros docentes.
Durante la Guerra Civil, no solamente salvó vidas durante las evacuaciones, sino que las Comunidades Familiares de Educación que creó junto a Ángel Llorca sirvieron de inspiración a las organizaciones humanitarias durante la Segunda Guerra Mundial.
Justa educó y salvó vidas en su compromiso con la educación, la docencia, la libertad y la vida humana. Estos no son valores, ni mucho menos, partidistas, y toda ciudad que se precie debería celebrarlos porque son universales, y recordar aquellas figuras que los promovieron. Justa es una de ellas.
Millán Astray, por el contrario, fue un enemigo de la inteligencia. No lo decimos nosotros, lo dijo él mismo frente a Unamuno, dejando claros sus valores. «¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!» Esa es la herencia que el Ayuntamiento de Martínez-Almeida quiere celebrar.
Millán Astray fue un franquista, responsable de la Oficina de Prensa y Propaganda que Franco estableció en Salamanca. Es decir: el Goebbels español. Astray era, además de vocero del régimen, un profundo admirador de Hitler.
Desde CC.OO. consideramos este cambio en el callejero un ataque frontal a la democracia, y en especial a la educación. Las calles son recuerdos, y nos dicen sobre qué hombros queremos construir nuestra ciudad. Por eso exigimos que se restituya la memoria de Justa Freire y se eliminen del callejero figuras antidemocráticas y anticonstitucionales.
- Isabel Galvín es la secretaria general de la Federación de enseñanza de CC.OO. en Madrid
