Dos grandes maestros influyeron en la obra del fotógrafo alemán Bill Brandt (1904-1983). Uno de ellos, Eugene Atget, ya había muerto cuando Brandt decidió dedicarse a la fotografía. De él aprendió las técnicas del fotógrafo de calle, flaneur (paseante) por los vericuetos urbanos de Viena, de Londres, de París. Del otro, Man Ray, de quien fue discípulo, la consideración de la fotografía como una de las grandes manifestaciones artísticas del siglo veinte.
Hermann Wilhelm Brandt nació en Alemania de una familia de origen ruso y se formó como fotógrafo en Suiza durante una estancia en el sanatorio de Davos para curarse de la tuberculosis. En Viena se sometió a un novedoso tratamiento de la enfermedad que incluía el psicoanálisis, de ahí que sus fotografías fueran calificadas como «unheimlich», un término utilizado por Freud que suele relacionarse con lo extraño, lo siniestro, lo que produce inquietud.
Sus primeras fotografías eran de temática social y en ellas denunciaba las consecuencias de la revolución industrial en las clases bajas. Pero no fue hasta su llegada a París y sus contactos con el surrealismo cuando tomó conciencia de que la fotografía podía ser una de las grandes expresiones artísticas en las que desarrollar su talento.
Además de la influencia de Man Ray, Brandt admiró la técnica de las fotografías del Brassaï de la noche parisina. A París llegó en 1930 con su primera pareja, Eva Boros, también alumna de Man Ray. Con ella viajó a Hungría, a su Hamburgo natal y a España, donde visitaron Madrid y Barcelona y donde pasaron unas vacaciones en Mallorca antes de trasladarse a Londres en 1934, donde Brandt se estableció ocultando sus orígenes alemanes a causa de la animadversión de la sociedad inglesa contra el ascenso del nazismo.
Brandt incluso llegó a inventarse unos orígenes británicos. Aquí trabajó como fotoperiodista para Weekly Illustrated y recogió sus trabajos en los libros The English at Home, un estudio sobre los ingleses, y A Night in London, sobre la vida en la calle al amparo de la oscuridad, homenaje a su admirado Brassaï. En el primero publicó su conocida fotografía Tic-Tac Men at Ascot Races en la que muestra a los corredores de apuestas como transformados en estatuas y encerrados en una misteriosa hermandad.
Durante la Segunda Guerra Mundial dio forma dos de sus series más célebres: por un lado, la formada por las fotografías de centenares de londinenses durmiendo en estaciones de metro convertidas en improvisados refugios y por otro las de la superficie de la ciudad, un Londres fantasmal a oscuras como medida de protección contra los bombardeos sobre la capital.
Como retratista publicó fotografías de artistas y escritores (algunos de ellos amigos, como Ezra Pound) en la revista mensual Lilliput y en el semanario Picture Post. Algunos supusieron una ruptura con la tradición y en otros comenzó a distorsionar el espacio, como en el retrato de Francis Bacon y en la serie en la que fotografía los ojos de artistas, de clara inspiración surrealista: Henry Moore, Georges Braque, Antoni Tàpies.
Uno de los géneros que practicó Brandt, en dos etapas de su vida, fue el desnudo femenino. La primera en la década de 1950 en las playas del Canal de la Mancha, con piedras y partes del cuerpo femenino como si de esas mismas piedras se tratase. A finales de la década de 1970 retomó el tema del desnudo en una serie de imágenes que, sin embargo, guardan poca relación con las anteriores y en las que hay un cierto sentimiento de violencia que muestra la disconformidad del autor con un mundo al que siente que ya no pertenece.
- TÍTULO. Bill Brandt
- LUGAR. Fundación MAPFRE. Sala Recoletos. Madrid
- FECHA. Hasta el 29 de agosto
Galería
- Sirvienta y sirvienta segunda. 1936
- Joven del East End bailando. 1939
- Estación de metro de Elephant and Castle. 1940
- Desnudo. Londres. 1952
- Desnudo. Baie de Anges. 1959
- Francis Bacon. 1963
- Buscadores de carbón en East Durham. 1937