Dirigida por Anna Utrecht y Octavio Lasheras, «Amalia en otoño» está protagonizada por los veteranos María José Alfonso, Manuel Zarzo y Máximo Valverde, junto a un elenco de reconocidos actores como Guillermo Montesinos, Silvia Casanova, Saturnino García, Jesús Guzmán, Mariano Venancio y unos cuantos jóvenes intérpretes. Esta película ha recibido la Medalla de la Solidaridad del Círculo de Escritores Cinematográficos (CEC).
Una historia de «residencia de mayores», aunque se trata de unos mayores muy especiales y poco «naturales», siempre sonrientes como en los anuncios, con ganas de bailar y traviesos como colegiales que se escapan del centro. Y también de una residencia muy especial, evidentemente al alcance de muy pocos, donde todos –del director a la peluquera- también sonríen siempre.
Los únicos personajes odiosos son las parejas de algunas de las empleadas, auténticos ejemplares del macho ibérico, a quienes pone en su sitio el responsable del centro, que casualmente siempre aparece cuando la situación comienza a degradarse.
Los autores quieren que la película sea un homenaje «a esa generación que lo dio todo sin pedir nada a cambio y que se sacrificaron y se siguen sacrificando por sacar adelante a sus familias». Reconozco que no entiendo bien a qué generación se refiere porque en principio todas, y ninguna, responden exactamente a la definición.
Amalia es viuda y vive sola. Tiene dos hijos, Isabel y Juan, que vive en Estados Unidos, y una nieta con la que se entiende muy bien. Isabel está preocupada por su madre, pero tiene que trasladarse a Suiza por trabajo y decide internar a Amalia en una residencia. Desde el minuto uno, Amalia descubre que la vida en la residencia no es como ella pensaba, y que allí hay otras personas, e incluso «galanes», muy antiguos, con los que puede pasar buenos ratos.
En medio de todo esto, llega la epidemia de Covid. Isabel quiere que su madre vuelva a su casa pero ella quiere quedarse con sus nuevos amigos.
Con mejores intenciones que resultados, «Amalia en el otoño», que tiene momentos excesivamente teatrales, quiere ser una animosa historia de esperanza.
Difícil de creer cuando diariamente nos enteramos de lo que pasa en muchas residencias de mayores, donde lo importante es el negocio.