El confinamiento y las restricciones para controlar la pandemia de la COVID-19 han tenido efectos negativos invisibles sobre la capacidad cognitiva y la salud mental de la población.
Un estudio liderado por el grupo de investigación Open Evidence de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), en colaboración con algunas universidades internacionales y con la empresa BDI Schlesinger Group Market Research, ha analizado el impacto de las medidas tomadas durante la primera y la segunda olas del virus sobre la ciudadanía de tres países de la Unión Europea.
El estudio concluye que, debido al shock producido por la situación, los ciudadanos han corrido más riesgos, a pesar de que les ponían en peligro de contagiarse, y han tomado peores decisiones, incluyendo su propensión a ser menos altruistas y querer castigar más a los demás, debido a que su capacidad cognitiva se ha visto disminuida.
El estudio, publicado en la revista de acceso abierto Scientific Reports, de Nature, analiza la relación entre el impacto negativo de las medidas tomadas para atajar la epidemia y el funcionamiento cognitivo y las preferencias sociales, temporales y de riesgo de la ciudadanía.
El análisis se ha llevado a cabo con una muestra de casi cinco mil voluntarios de España, Italia y Reino Unido, tres países criticados por la mala gestión de la pandemia y en los que el confinamiento ha tenido un mayor impacto en su población que en otros estados europeos. Los voluntarios tuvieron que responder cuestionarios durante la primera y la segunda olas.
Con el primero de los cuestionarios, los investigadores recogieron información sobre los niveles de exposición a cuatro tipos de impactos durante el confinamiento: trabajo, salud física, salud mental y estrés. Con el segundo, midieron la función cognitiva de los voluntarios, así como una serie de parámetros relacionados con el riesgo, la toma de decisiones, el altruismo y la reciprocidad, entre otros.
«Queríamos ver de qué forma habían impactado el confinamiento y las medidas restrictivas contra la COVID-19 en la vida de las personas, y cómo eso afectaba a su toma de decisiones», explica Francisco Lupiáñez, profesor de los Estudios de Ciencias de la Información y la Comunicación e investigador del grupo Open Evidence de la UOC.
Los resultados del estudio muestran que las personas que estaban más expuestas a las consecuencias de los efectos del confinamiento vieron más disminuida su capacidad cognitiva, tomaron decisiones más arriesgadas y vieron erosionado su civismo.
«La gente tenía mermadas sus capacidades para tomar decisiones, y reaccionaba de maneras no predecibles. En lugar de tener más cuidado por la pandemia, se arriesgaban porque no podían más», señala el investigador. En cuanto a la relación con los demás, «querían, por ejemplo, que se castigara a aquellos que no llevaban mascarilla o que se saltaban las restricciones, a pesar de que ellos mismos eran más proclives a tomar decisiones que implicaban un mayor riesgo».
Según este investigador, «se tomaron decisiones muy duras sin tener en cuenta el coste social que tendrían. Solo se tuvo en cuenta una perspectiva a corto plazo. Y ahora sabemos que cuatro de cada diez ciudadanos estaban en riesgo de sufrir una enfermedad relacionada con la salud mental a consecuencia del shock vivido durante esta pandemia. Todo ello tendrá implicaciones a medio plazo».
Otro de los efectos que han constatado los autores en este trabajo es que, bajo el shock de la pandemia, la gente tendía a querer beneficios inmediatos y tomaba decisiones al momento, algunas trascendentales, como mudarse de la ciudad a entornos rurales. «Eran decisiones en las que la valoración de costes y beneficios estaba muy condicionada por la pandemia. Parecía que se acababa el mundo y la gente quería un beneficio inmediato, sin pensar en el mañana», considera Lupiáñez.
Según los autores, las conclusiones de este trabajo tienen importantes implicaciones en términos de salud pública. La actual pandemia y las estrategias de mitigación, como los confinamientos, han generado consecuencias perjudiciales importantes en términos de impacto laboral y de salud. Es importante que se tengan en cuenta para «diseñar mejores respuestas y campañas de comunicación para futuras pandemias», sostienen.