Una imagen reproducida en periódicos, revistas, televisiones y distintos medios de comunicación recorrió sin duda medio mundo el pasado fin de semana por tratarse de algo insólito: la imagen fotográfica mostraba al primer ministro de Holanda, Mark Rutte, yendo en bicicleta a presentar al Rey la dimisión del Gobierno al completo al haberse descubierto que miles de familias, en su mayoría inmigrantes de origen turco y marroquí, fueron acusadas erróneamente de un delito de fraude a la hora de la percepción de las ayudas sociales a las que tenían derecho.
Lo que ha trascendido menos es el hecho de que la persona que ha conseguido tal proeza, tumbar a un Gobierno, ha sido nada más y nada menos que una abogada extremeña, hija de emigrantes. Se llama Eva González Pérez, tiene 47 años, nació en Cáceres y llegó al país de los tulipanes cuando contaba dos años de edad.
Tengo que decir por mi parte que la historia de los emigrantes españoles de los años sesenta y setenta del pasado siglo la conozco de primera mano al haber sido yo uno de ellos, en mi caso en Alemania. Por eso, hace pocas semanas escribía en este mismo medio acerca de la vacuna Pfizer, informando que no había sido descubierta por científicos norteamericanos, sino por dos científicos alemanes de origen turco con la marca Biontech, empresa que tiene la sede en la ciudad alemana de Maguncia.
En esta ocasión, y volviendo a recordar aquellos años en los que formé parte de aquella reata de españoles obligados a emigrar para intentar abrirnos camino en la vida, lo hago con el mismo placer sobre esta abogada extremeña, quien después de terminar Derecho en la Universidad de Utrecht hoy tiene su despacho en la ciudad holandesa de Eindhoven.
El motivo del escándalo ha consistido en que miles de familias, se calculan unas veintiséis mil, en su mayoría de origen turco y marroquí, fueron acusadas erróneamente por las autoridades holandesas de fraude entre los años 2013 y 2019 a la hora de la percepción de ayudas sociales. Y junto a este hecho, fueron obligadas a devolver el dinero recibido en pocas semanas, cantidades que a veces podían llegar hasta los cien mil euros, algo inasumible para cualquier familia, como resulta fácil de comprender.
Este hecho, escalofriante desde cualquier punto de vista, obligaba a familias a vender sus propias casas para poder pagar lo exigido por la Administración. Hubo casos en que las deudas rompieron familias enteras, obligaron a trabajar día y noche para poder pagarlas, aparte de los problemas personales y psicológicos que han sufrido muchos de ellos. Ahora, una vez descubierta el fallo oficial, el Ejecutivo holandés pretende lavar la cara con una indemnización de treinta mil euros por familia, pero el escándalo ha sido tan mayúsculo que se ha visto obligado a dimitir.
En opinión del Gobierno recientemente dimitido, a la hora de juzgar este caso se equivocaron todos: los Ministerios de Asuntos Sociales, Hacienda y Economía, jueces y funcionarios. En palabras del ya ex primer ministro holandés, Mark Rutte, «Todo ha sido horrible. Se ha tachado de delincuentes a personas inocentes, sus vidas han sido destruidas y el Congreso fue informado de forma incompleta y errónea. El método para otorgar el subsidio debe reorganizarse por completo».
En declaraciones de la abogada extremeña Eva González a la agencia Efe desde su despacho de Eindhoven, «ese dinero lo ofrecen porque en realidad no saben por dónde empezar, es como un volcán que ha estallado de repente. Llevo veinte años ejerciendo esta profesión, y nunca he visto algo así».
Por su parte, la diputada neerlandesa Renske Leijten ha llegado a decir sobre la abogada española: «Esta mujer merece una estatua, nombre de calles y de plazas. Nunca debe olvidarse lo valiente que ha sido, modesta hasta el último suspiro».
Por esas cosas que suele jugar el destino, el caso llegó a manos de la abogada en el año 2014. Su marido dirigía en ese año una agencia de niñeras en Eindhoven, agencia que se vio directamente afectada por las subvenciones que recibían los padres, que al fin y al cabo eran sus clientes. Como no sabía qué hacer para ayudarles, recurrió a su mujer en busca de ayuda. Era el comienzo del fin de un Gobierno cuyo primer ministro, Mark Rutte, llevaba al frente de tres Gabinetes distintos desde el año 2010, haciendo su viaje de vuelta en bicicleta…