Gracias al capitalismo sobrevivir se está convirtiendo en un lujo. Este sistema mercantil incita y apremia a consumir lo que no se necesita, además emplea cantidad de tóxicos sin importarle las consecuencias a nivel de salud, tanto de las personas como medioambientalmente. Es capaz de negociar con lo que sea sin ningún tipo de ética.
Si antes de instalarse el coronavirus Covid-19, ya veníamos estando perjudicados por tanto tóxico a los que nos someten (por tierra, mar y aire) incluidos los medicamentos, que siempre tienen efectos secundarios. ¿Para cuándo una inversión en medicina preventiva de verdad? Quién sabe, quizá sabiendo cómo se las trae la ética capitalista, son un negocio muy lucrativo si consiguen que la gente “dependa” de los fármacos, de los “implantes de todo tipo” ¡ay las multinacionales farmacéuticas! Y ¡ay la estética…!
Así los xenobióticos (todo compuesto químico que no forma parte de la composición de los organismos vivos), nos los podemos encontrar por ejemplo, en forma de pesticidas, herbicidas…, potenciadores de sabores, olores… para engañar al cerebro haciéndole dependiente de sustancias que no nutren… de manera que envenenan nuestros cuerpos a través del agua, del medio ambiente… seguramente emponzoñar sustancias imprescindibles para nuestra vida, no debe contribuir mucho a dotar de una fortaleza inmune a nuestros cuerpos, células, órganos…
Por si toda esta toxicidad y contaminación fuera poca, se presenta “por arte de magia” el mega virus Covid-19 ¡qué casualidad! Aparecer justo cuando el capitalismo salvaje necesita cada vez menos gente trabajando, porque en lo que invierte por conveniencia, es en inteligencia artificial y robótica.
¡¿Y las deudas de los países?! ¿Cuántas veces han dicho que España es un país envejecido? Que si el sistema de pensiones no da para más, que si no hay dinero, en fin… Los hechos son que las personas mayores son el colectivo en el que más fallecimientos ha habido en la primera oleada del coronavirus, y como no se ha prevenido eficazmente, al parecer ya estamos entrando en la segunda ola…
¡Qué sistema tan canalla! ¡Qué clase política que lo permite! ¡Qué administraciones públicas españolas de pacotilla! ¡¿Darán la talla alguna vez?! ¡Qué gente tan mendruga! Que aún no ha entendido que la mascarilla ha de tapar la boca y LA NARIZ…
PRIVILEGIADOS Y PANIAGUADOS.
La oligarquía
sólo siente empatía
por su economía.
Desprecia la sensibilidad,
y toda clase de afectividad.
Invierten en la ignorancia de la gente
y en que se consuma alegremente.
Nada que esperar de los privilegiados
ni de sus políticos paniaguados.
Que por donde amargan los pepinos:
¡Os den,
pero bien!