Flamenco on Fire inició la noche del 30 de agosto de 2020 con un concierto de la Orquesta Sinfónica de Navarra dirigida por Oliver Díaz y el mundialmente reconocido y premiado pianista y compositor de múltiples lenguajes musicales, Chano Domínguez, quienes presentaban De Cái a New Orleans, una suite en tres movimientos diseñada para explorar caminos de comunicación intermusical, con punto de partida en Cádiz, patria chica de Chano, para llegar a través del Atlántico a la patria de los sonidos del sur de Estados Unidos.
Del flamenco al jazz y blues en un encuentro para poner en conjunción ambas tradiciones, únicas cada una de ellas en sus correspondientes espacios geográficos.
La sorpresa comenzó cuando Chano se presentó en escena con su quinteto, el contrabajista Pablo Martín Caminero, el baterista Michael Olivera, José Córdoba Moskito al cajón y Blas Córdoba al cante. Blas Córdoba fue la representación genuina del flamenco, tanto en esta primera parte como en la increíble e inesperada segunda parte, sin orquesta.
Qué primera parte, con esta grandiosa aportación orquestal –los instrumentistas de cuerda con mascarilla, los de viento obviamente no– unida al virtuosismo de Chano Domínguez más las intervenciones con ráfagas de jazz y blues de los músicos del quinteto.
Cuando acabó De Cái a New Orleans, se retiró la orquesta, desaparecieron las sillas, se oscureció la escena, para reaparecer en breve con el gran piano de cola, el contrabajo, el completísimo equipo de batería, las dos sillas y el cajón anunciadores de una segunda parte del concierto con protagonismo absoluto del quinteto.
Allí fueron apareciendo en escena Chano, Pablo, Michael y los hermanos Blas y Moskito. Chano como maestro de ceremonias los presentó y anunció que en esta segunda parte del concierto iban a interpretar composiciones suyas y de los grandes compositores de jazz norteamericano Steve Lehman y Herbie Mann.
Todos fueron grandes estrellas, tanto en solos, dúos, tríos y todos maravillosamente conjuntados. A destacar las manos de Moskito sobre su cajón tocando al rápido y a veces rapidísimo ritmo de jazz, con esas manos volando sobre la madera, con una maestría y soltura asombrosas.
Hubo que oir el cante por bulerías de Blas Córdoba, con letras de Rafael Alberti a dúo con el cajón de Moskito y un suavísimo acompañamiento de piano. La verdad, parecía que seguíamos en ese viaje desde el profundo sur de España al profundo sur norteamericano. La batería fue magistral, allí estuvo con toda la diversidad de ritmos y sonidos de su completísimo equipo, que situado en el centro de la escena, marcaba ya su imprescindible protagonismo en el jazz.
Pablo Martín Caminero no necesita presentación, es un conocido compositor y creador de espectáculos, -así le vimos hace unos años en el festival de Jerez, en cabecera de programa en la sala Paúl-. El contrabajo en estos últimos años ha alcanzado un sitio imprescindible tanto en el flamenco como en el jazz, es como el punto de unión sonoro entre ambos lenguajes musicales.
Chano Domínguez es en la actualidad el mayor exponente de la integración de la tradición flamenca y la del jazz. Tiene una enorme discografía, ha colaborado tanto con artistas flamencos como de jazz y blues, fue el único músico español que estuvo en la película Calle 54 de Fernando Trueba, dedicada al lazz latino. Es tan gran compositor como intérprete.
Este concierto de cierre de Flamenco on Fire, que ha sabido fundir magistralmente la libertad del jazz y la jondura flamenca, hará historia. Al punto de hacer sentir como un gran privilegio estar allí presente, disfrutando de músicas y sonidos que hicieron tocar el cielo.