La COVID-19 provocará que unos veinticinco países se enfrenten a niveles devastadores de hambre durante los próximos meses, destaca un informe conjunto del Programa Mundial de Alimentos y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
Aunque el continente africano es el más afectado a nivel mundial, también afecta a países de América Latina y el Caribe, de Oriente Medio y de Asia. Los principales focos regionales son Haití, parte de América Central – Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua- y Venezuela, país que se ha convertido en la cuarta mayor crisis alimentaria del mundo en 2019.
Pese a que las necesidades se concentran mayoritariamente en África, también afecta a los países de América Latina y el Caribe, de Oriente Medio y de Asia que están sufriendo altos niveles de inseguridad alimentaria, según detectó un análisis de alerta temprana de los principales focos de seguridad alimentaria de ambos organismos.
Esta alarmante situación no representó ningún tipo de sorpresa para el director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos quien ya advirtió de esta posibilidad hace tres meses frente al Consejo de Seguridad cuando anunció “que corríamos el riesgo de una hambruna de proporciones bíblicas».
«Nuestros últimos datos nos dicen que, desde entonces, millones de las familias más pobres del mundo están más cerca del abismo. Los medios de subsistencia se están destruyendo a un ritmo sin precedentes y ahora sus vidas corren un peligro inminente de inanición. No se equivoquen: si no actuamos ahora para poner fin a esta pandemia de sufrimiento humano, muchas personas morirán», afirmó.
Ante esta grave situación, el Programa Mundial de Alimentos amplió sus tareas de ayuda alimentaria a 138 millones de personas.
El costo de la respuesta de la Organización humanitaria a la creciente inseguridad alimentaria se estima en 4900 millones de dólares, con otros quinientos millones destinados a prevenir el estallido de la hambruna en los países con mayor riesgo.
Esta suma representa más de la mitad de la actualización del Plan de respuesta humanitario mundial a la pandemia de COVID-19 lanzado este jueves por un valor de más de diez mil millones de dólares y que representa el mayor llamamiento de la historia de las Naciones Unidas.
Si no se ofrece urgentemente asistencia, el número de personas en situación de inseguridad alimentaria aguda en estos países podría aumentar de los estimados 149 millones antes de la pandemia de COVID-19 a 270 millones antes de finales de año.
Las últimas previsiones también sugieren que durante los próximos seis meses podrían morir cada día hasta 6000 niños por causas evitables como resultado de las alteraciones relacionadas con la pandemia en los servicios esenciales de salud y nutrición.