Cada 27 de junio se conmemora el día mundial de la Sordoceguera, una discapacidad que hace que las personas no solo no vean sino que carecen del sentido del oido también. Su identificación a la hora de deambular precisa el uso del bastón blanco y rojo.
La complejidad de su discapacidad hace que su visibilización se limite al uso de su bastón dado que al ser ambas sensoriales no sabemos ni vemos qué les sucede.
Durante la crisis sanitaria por el coronavirus las personas con discapacidad han constatado una vez más, su vulnerabilidad a la hora de recibir información, de estar al tanto de las informaciones vertidas a tal efecto y sobre todo, de su enorme aislamiento en su doble confinamiento; no salir y no saber mucho más.
Para favorecer la inclusión de las personas sordociegas y que exista una mayor participación en todos los ámbitos, es necesario que se preste atención a cómo debemos relacionarnos con ellos. Las entidades que los representan, FASOCIDE (Federación de Asociaciones de Personas Sordociegas de España); FOAPS; Fundación ONCE para la atención de Personas con Sordoceguera; APASCIDE (Asociación Española de Familias de Personas con Sordoceguera, así como todas las personas sordociegas de España, reivindican en un manifiesto los siguientes conceptos a la hora de que exista de nuevo una pandemia:
Se debe garantizar una sanidad pública que sea accesible a todas las personas con discapacidad, entre las cuales, están las personas sordociegas, tanto en los apoyos y los recursos de comunicación como en el acceso a los servicios sanitarios en igualdad de condiciones que el resto de los ciudadanos.
Por otro lado, se debe tener en cuenta la flexibilidad que permita posibilitar la interacción comunicativa entre ambas; es decir, el contacto físico, la distancia y las necesidades concretas de este colectivo para que el resto de la ciudadanía ayude a la hora de procurar las medidas a ser adoptadas.
Se debe tener en cuenta, tanto las características de accesibilidad necesarias en los medios de comunicación y que la lengua de signos adaptada con un fondo oscuro, letras de mayor tamaño escritas con contraste y el acceso a la información general y oficial, permita a todos los ciudadanos acceder al mismo contenido, tengan o no, una discapacidad.
Establecer el servicio de guía interpretación de urgencias de veinticuatro horas y un servicio concreto para las mujeres y niñas sordociegas en igualdad de condiciones que el resto de las mujeres con y sin discapacidad.
Desarrollar e implementar protocolos en situaciones de emergencias para las personas sordociegas y que tanto las administraciones y organismos públicos o privados, garanticen la formación e información necesaria para saber a quién dirigirse para solicitar el servicio de guía interpretación.
Garantizar y dotar de un material preventivo a las personas sordociegas y los profesionales ya que la comunicación con las personas sordociegas, dada la heterogeneidad exige la presencia física, la proximidad y el constante uso con las manos.
Y por último, recuerdan que es importante determinar mediante test del COVID-19 que se sepan qué personas están afectadas y qué necesidades tienen por su aislamiento en este tipo de enfermedades.
La identificación para la sociedad es gracias al bastón blanco con una tira roja que permite que todos sepan que no solo no ven, sino que tampoco pueden oír. No tocarlos, no ayudar si no se solicita es parte del protocolo que se debe realizar para que se sientan cómodos. El grado de pérdida sensorial puede ser total o parcial y ambas discapacidades pueden ser congénitas o sobrevenidas, de acuerdo con las circunstancias de cada persona.
Según la «Declaración de las necesidades básicas de las personas sordociegas» (Estocolmo, 1989) el 27 de junio fue declarado «Día Internacional de la Sordoceguera» como homenaje al nacimiento de Helen Keller, quien fue la primera persona sorda y ciega en graduarse de una universidad.