Santiago Ochoa[1]
La Corporación RTVE encara un nuevo verano con muchas incógnitas dentro de una provisionalidad que se alarga. El 27 de julio de 2018, hace casi dos años, el Congreso de los Diputados eligió a Rosa María Mateo como administradora única de RTVE en segunda votación (secreta), en la que solo necesitaba el respaldo de la mayoría absoluta de la Cámara. Obtuvo 180 votos a favor de 312 emitidos, con 131 nulos y uno en blanco.
Se trataba de un procedimiento excepcional, previsto en el Real Decreto-ley 4/2018 de 22 de junio, tras un sinfín de votaciones en el Congreso y Senado para elegir a los miembros del Consejo de Administración. A continuación, echaba a andar el concurso público para la elección de los nuevos consejeros, con un Comité de Expertos encargado de evaluar a los candidatos. Finalmente, el 18 de diciembre de 2018, se publicó la evaluación de méritos y proyectos de los candidatos al Consejo de Administración con una lista de veinte finalistas.
Desde entonces, la situación sigue paralizada por los distintos procesos electorales y el poco entusiasmo por el concurso del PSOE. La Comisión mixta de Control parlamentario ha celebrado ya varias reuniones y no ha incluido en el orden del día la situación del concurso público, lo que genera una serie inquietud dentro de la Corporación, tanto entre la alta dirección como entre los empleados que ven una falta de proyecto estratégico a medio y largo plazo.
También es responsabilidad del gobierno y de las Cortes Generales la elaboración de un nuevo Mandato Marco (una vez caducado el aprobado en diciembre de 2007) y un auténtico contrato-programa, inexistente como tal a pesar del mandato legal contenido en la ley de la radio y televisión de junio de 2006. Por tanto, fallo e inoperancia en el Legislativo y en el Ejecutivo. Tampoco hay, que sepamos, comisión alguna en la Corporación encargada de la elaboración de un proyecto de Mandato Marco.
Una redacción inquieta
Poco después del nombramiento de Rosa María Mateo, la periodista Begoña Alegría pasa a ser la nueva responsable de los Servicios Informativos de Televisión Española, desapareciendo de la Jefatura el trío Álvarez Gundín, Carmen Sastre y José Gilgado. Como es lógico, hubo una importante remodelación de cargos y un aire nuevo en la programación informativa, pero la tranquilidad duró pocos meses, hasta el siguiente proceso electoral y la polémica por los debates electorales. Las diferencias acabaron por costar el puesto a Begoña Alegría que aguantó hasta diciembre de 2019 para que culminaran las siguientes elecciones nacionales, que dieron una nueva victoria a Pedro Sánchez.
Como sustituta aparecía en el horizonte la corresponsal Almudena Ariza, pero el escaso respaldo de la redacción a su proyecto frustró su nombramiento, emergiendo la figura de un cargo de nueva creación, Enric Hernández, director de Información y Actualidad de RTVE, nombrado en septiembre de ese mismo año.
Su trabajo era coordinar y no entrar en asuntos editoriales y dar un mayor impulso al proceso de digitalización en consonancia con las diferentes redacciones. Pero su llegada escondía un nuevo rumbo para RTVE con un objetivo prioritario: ser un fuerte contrapeso de TV3 en Cataluña, ante la deriva secesionista de las autoridades de esta Comunidad, apoyadas en la televisión autonómica. Se trataba de un asunto de Estado y a partir de entonces muchas de las decisiones que se tomarían hay que entenderlas en esta clave.
A partir de enero de este año, no hay director de Informativos en TVE, al asumir el propio Enric esta labor, teniendo como mano derecha a Pep Vilar, exconsejero de la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals a propuesta del PSC. En tan solo cinco meses, el anunciado Plan de Servicios Informativos Siglo XXI con sede única, anunciado en pleno mes de agosto, quedaba olvidado y arrinconado.
Y en esto llegó la pandemia, sembrando el desconcierto en una redacción desmotivada y con una estructura muy peculiar: por una parte envejecida y por otra con un bloque de contratados con escasa formación de fondo. Durante este año se jubilarán cerca de trescientos profesionales y no hay todavía previsiones acerca de la renovación de la plantilla, cuya edad media es de 54 años.
Durante estos tres meses, la programación informativa se ha visto seriamente modificada, especialmente por la desaparición de programas tanto diarios como no diarios, como La 2 Noticias, Agrosfera, Parlamento o Europa 2020. Los telediarios han acentuado en muchas ocasiones defectos que ya habían sido denunciados por el Consejo de Informativos: falta de contexto, exceso de periodismo de declaraciones, abuso de «colas« y «totales» en detrimento de crónicas o piezas con tiempo suficiente y ausencia de temas propios.
A pesar de la provisionalidad de la máxima jefatura, a la ausencia de director de informativos, a la escasa presencia del Director de Información y Actualidad en la redacción central de Torrespaña, y al goteo de jubilaciones de gente con una valiosísima trayectoria, los profesionales escuchan cómo se anuncian decisiones de calado en el ámbito de las corresponsalías o la programación mientras sigue en el aire el nuevo Convenido Colectivo.
Cambios profundos en tiempos de interinidad
Todo parece indicar que se va a aprovechar el período veraniego y la situación mayoritaria de teletrabajo para introducir cambios importantes en la Corporación. La sustitución de corresponsales, transcurrido un tiempo estipulado, entra dentro de lo normal y sólo desde los aledaños de alguno de los afectados se ha montado un escándalo donde no hay motivo para ello, más allá de la necesaria y reiteradamente solicitada elaboración de un baremo público para optar a las corresponsalías.
Mayor importancia tiene la progresiva externalización de la producción mediante distintas fórmulas, de la mano de la falta de personal, en especial en las áreas técnicas, como viene denunciando el Colectivo RTVE sin Personal. Ahora se intenta camuflar la oferta informativa dentro de la programación generalista para salvar la prohibición expresa de privatización de los informativos. Sin embargo, cada vez más se recurre a reporteros gráficos de productoras, enlaces y vías a cargo de empresas externas, externalización de servicios auxiliares…
El último paso ha sido el anuncio en el mes de mayo de la oferta matinal ¡para septiembre!, con la marcha de María Casado, inexplicable política de comunicación en tiempos de pandemia. Como sustituta se anuncia a Mónica López, quien ya estuvo en el equipo de meteorología de TV3 donde, entre 2004 y 2008, fue meteoróloga del programa matinal. También en TV3 presentó las campanadas de fin de año de 2006-2007.
Se intentará «competir» así con las otras «reinas» de la mañana televisiva, Ana Rosa Quintana y Susanna Griso, idea perversa y sinsentido, pues una televisión de servicio público sin publicidad no debe entrar en esta carrera por las audiencias masivas ya que siempre lleva las de perder al no poder utilizar las mismas «armas» que las televisiones privadas.
Pero mientras se anuncia a bombo y platillo esta «nueva programación», con concurso también a continuación de ese programa ómnibus (de producción externa, claro), se observa con preocupación la minusvaloración creciente de la programación de los Centros Territoriales y de Producción, una estructura obligada por el Mandato Marco, mal dotada y cuya plantilla sigue disminuyendo.
La disminución del tiempo dedicado a sus informativos ha sublevado a los trabajadores de la periferia de la Corporación, una protesta que irá a más en las próximas semanas.
Este mes puede ser decisivo en el rumbo que tome la Corporación. Se habla de maniobras del PSOE para nombrar a una presidenta entre los diecinueve candidatos seleccionados por el Comité de Expertos violando el espíritu de la reforma que supuso la Ley 5/2017 para recuperar la independencia de la Corporación RTVE y el pluralismo en la elección parlamentaria de sus órganos. Suena el nombre (¡oh sorpresa!) de Isabel Raventós i Armengol…
Lo urgente y necesario es concluir el concurso público, nombrar a un buen equipo directivo que lidere la transformación digital con un contrato-programa y elaborar un Mandato Marco acorde con los nuevos tiempos, siempre con la adecuada financiación y con una plantilla rejuvenecida. Lo demás vendrá por añadidura.
- Santiago Ochoa es periodista especializado en radiotelevisiones públicas
RTVE siempre ha sido un ejemplo más de las consecuencias de la alternancia entre dos partidos hegemónicos de derecha y socialdemócrata emergentes de la dictadura, que asumían que el que ganaba se quedaba con todo, incluidos los medios públicos de comunicación. Es de esperar que con el multipartidismo puedan configurarse finalmente medios del Estado y no de los gobiernos.
Los viejos dinosaurios del pp refugiados en el 24 horas y la inutilidad y parálisis de la dirección han dejado RTVE tirada en el barro. El gobierno no parece tener mucho interés en una radiotelevisión pública fuerte. Sus amigos y sus intereses están en otro lado.
RTVE ya ha perdido la cabecera de los informativos pues a nadie le interesa información sesgada a favor del gobierno que sea. Se avecina una RTVE distópica como todo lo que emana de este gobierno