«Shayda», historia de una liberación

«Las cicatrices físicas de una explosión violenta pueden borrarse, las cicatrices emocionales pueden durar años, incluso toda una vida»

Premio del Público en el Festival de Cine Independiente de Sundance, candidata de Australia a los últimos Premios, «Shayda[1]», debut en la dirección de la cineasta iraní Noora Niasari, es una película dramática producida por la actriz Cate Blanchett y protagonizada por Zar Amir Ebrahimi (Premio Mejor Actriz del Festival de Cannes por «Holy Spider. Araña sagrada»), que nos traslada a la infancia de la propia directora, cuando tuvo que pasar un tiempo junto con su madre en un centro de acogida para mujeres maltratadas.

Desde la mirada de aquella niña que fue, Noora Niasari se inspira para construir un relato auténtico con el que ha querido rendir homenaje a la valentía de su madre, y a la de todas las mujeres iraníes..

Shayda (Zar Amir Ebrahimi, actriz que amenazada de cárcel por un escándalo, huyó de su país y se refugió en Francia), una joven iraní que vive en Australia en 1995, intenta empezar una nueva vida refugiándose en un centro de acogida para mujeres maltratadas con su hija Mona (Selina Zahednia) de seis años, durante las dos semanas del Año Nuevo persa (Nouruz), una fiesta que tiene lugar en otoño y celebra «el renacimiento».

Tras huir de Hossein, un marido abusivo y violador (Osamah Sami) –que está a punto de terminar su carrera de medicina y piensa regresar a Irán- , y solicitar el divorcio, Shayda lucha por mantener la normalidad para Mona, quien está alterada a causa del régimen de visitas que la niña está obligada a cumplir con su padre, y resistir la tensión del día a día que no consigue mermar sus ganas de iniciar una nueva vida.

La supervivencia de madre e hija será una realidad gracias al apoyo de las otras mujeres que se encuentran en el mismo refugio. Cuando todo parece destinado al fracaso, la música y la danza tradicional se convertirán en un refugio para madre e hija.

La realizadora de esta película en la que todo suena muy auténtico (no olvidemos que está hecha con recuerdos de su infancia en un refugio para mujeres maltratadas en Brisbane), y a medida que avanza la historia se va transformando en una crónica feminista, ha creado un emocionante contraste entre los deseos de libertad de su protagonista –una mujer fuerte y frágil a la vez- y el peso de las tradiciones iraníes, donde las mujeres tienen reservado un espacio reducido; agudizado todo por el temor de que acaben quitándole a su hija: «La sombra de Hossein, en sentido figurado y literal, se esconde en cada rincón amenazando con destruir la nueva vida de Shayda, antes incluso de que haya comenzado».

La violencia doméstica no es un tema demasiado frecuente en el cine de nuestros días. Todo en el entorno de Shayda presiona para que acabe regresando con Hossein; su carrera hacia la libertad – que apreciaremos en detalles como cortarse el pelo o acudir a un baile junto a otras mujeres del refugio- estará llena de obstáculos jurídicos, a los que se añade la actitud de ignorancia y desprecio que encuentra en la comunidad que conforma la diáspora iraní en Australia.

Es muy significativa la llamada telefónica que Shayda recibe de su madre, animándole a dar una última oportunidad al maltratador, con el argumento de que «por lo menos es un buen padre», y si no «todo será peor para ella».

El drama de Shayda nos lleva inevitablemente a preguntarnos cuantas mujeres –no solo iraníes-, procedentes de culturas que todavía hoy respetan tradiciones ancestrales, habrán escuchado a sus madres ignorar o minimizar los abusos a que se ven sometidas.

«Trágicamente –ha dicho la realizadora Niasari- Shayda es la historia de muchas mujeres».

«Shayda» es un homenaje a la lucha por la libertad que tantas mujeres iraníes continúan librando en nuestros días, incluso con peligro de sus vidas (como la joven kurda Masha Amini, asesinada en una comisaría de Teherán tras ser detenida, por la policía de la moral, por llevar mal puesto el velo obligatorio).

  1. «Shayda» se estrena en Madrid el viernes 28 de junio de 2024.
Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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