¡Que placer ver cuadros, pintura, maestros y sin tanta gente! Exclama una señora mientras contempla con su marido un cuadro de Chirico, en Art Basel 2024.

Esa sensación de placer de volver a los maestros y a la pintura y de cierta tibieza en el mercado de arte parece privilegiar la mirada en esta edición de Art Basel, la gran feria suiza que, con Hong Kong, y Miami, configuran un triángulo insuperable en el panorama internacional de arte y una manera de afianzar los valores visuales y plásticos ante la globalización y la geografía política y económica cambiante.

Cambios es lo que nos ha traído el poscovid, en muchos aspectos y en nuestras vidas. Cambios, en el arte, que se insinuaban hace tiempo, ahora se han vuelto rotundos.

Las perfomances, instalaciones y arte conceptual han logrado un nicho ya definido, la museografía, los curadores, llevan la batuta, y los guiones, a veces políticos de las exposiciones, toman especial protagonismo.

Lo pudimos observar en dos grandes eventos artísticos que están sucediendo en Europa en estos momentos: La Bienal de Venecia y Art Basel.

Hemos pasado de las magnas instalaciones con curadores «estrellas», en la Bienal de Venecia, a la visión del cuadro con los galeristas y coleccionistas «estrellas», en Art Basel.

El artista, siempre será el creador pero su influencia, actualmente, fluctúa; por una parte, entre los mundos museográficos y las concepciones de los curadores, y por otra, entre las mutaciones del mercado y los gustos de los coleccionistas.

Esta gran movida de los comisarios, curadores, investigadores e historiadores de arte que giran en torno al fenómeno artístico y en algunos casos prevalecen con sus decisiones, ha enriquecido el espectro cultural, han movilizado nuevos sectores y han incorporado nuevos públicos a los estratos del arte, creando una conciencia del patrimonio artístico, de su valor y de la importancia de su estudio e investigación, además de la gestión, a gran escala, de los eventos mundiales.

Igualmente se ha ampliado el campo con la relevancia de coleccionistas y colecciones y galeristas audaces y promotores que crean network y asociaciones en diversas ciudades del planeta.

Por otra parte, en mi relación con cantantes de ópera, actores y productores de cine y teatro, constato un aspecto cada vez más creciente, las «estrellas» han perdido brillo con la globalización; han surgido voces y artistas de todas partes del mundo, en competencia y trayendo nuevas propuestas.

El ciclo del individualismo, y la atracción de las grandes «estrellas», esta en declive. La importancia de directores, guionistas y productores, ha abierto el abanico fílmico y lírico. Este fenómeno se repite en las artes plásticas y las «estrellas» como Picasso o Warhol, han dejado paso a trabajos en equipo y a coparticipaciones. Es el fin de toda una época de verdadero estrellato y apología al individuo, al actor, al artista.

Fue muy interesante visitar la Fundación Beyeler, que justamente pone en relieve la museografía, los guiones curatoriales y las decisiones de directores y curadores frente a sus colecciones.

La Fundación Beyeler nos mostró una nueva concepción colgando las obras no por orden cronológico o movimientos según un criterio didáctico, sino por afinidades estéticas, diálogo entre las obras: por ejemplo, una escultura de Giacometti conversa con una pintura de Bacon.

En medio de la visita, se presenta el curador con sus asistentes para cambiar y mover las obras, mostrando la dinámica de nuevas puestas en función de otros aspectos, color, formas u oposiciones.

Esa movilidad implica la movilidad del arte tanto física como espiritualmente, porque el arte es libertad, entre muchas otras definiciones, es dinámica, expresión, elaboración, audacia, lanzamiento, búsqueda, encuentros y más…

Los museos se cuestionan sus guiones y la filosofía de sus exposiciones, cada presentación es una nueva lectura y una nueva interpretación.

Es positivo y siempre necesaria la revisión histórica, pero creo que actualmente, se han tomado caminos demasiado dogmáticos, los extremos son siempre negativos.

El museo es el ámbito de exposición de nuevas tendencias, es aprendizaje y cuidado del patrimonio cultural y la revisión histórica debe enmarcarse para no cometer errores iconoclastas.

Hablando con un coleccionista, comentábamos, que la revisión histórica actual diaboliza a los millonarios que compran obras, y a la visión de las colecciones que no son inclusivas.

Crea una inseguridad innecesaria, puesto que a medida que evoluciona la sociedad se incorporan naturalmente los talentos periféricos sin tener en cuenta raza, religión, política o status, porque lo que prevalece es la calidad estética y la profundidad del mensaje.

Creo que hacia eso va nuestro mundo artístico, a una inclusión cada vez mas amplia, alejándose de los «statements» para concentrarse en los valores plásticos, visuales, estéticos y filosóficos de la obra.

Los cambios son bienvenidos, y el mercado, especialmente en las ferias comerciales, lo demuestra. Este fenómeno lo comprende bien la nueva directora de Art Basel, Maike Cruse quien afirma: «El mundo del arte esta cambiando y Art Basel se adapta a ello».

Hay conciencia del enfriamiento en las subastas de New York y Londres, la presión que implica la guerra de Ucrania y de Medio Oriente, el acoso de potencias emergentes contra el dólar y la nueva agrupación de las placas geopolíticaas y económicas.

El mercado lo refleja con una desaceleración de ventas y demandas. Pero los negocios son negocios y la oficina de aduanas, cambios y transferencias está presente en las salas de la gran evento, para facilitar cualquier transacción.

«Si, se vende, pero no como otros años, y la afluencia de público disminuyó, no hay la efervescencia de la época antes del covid», nos dice la encargada de la galería Proyecto Ultravioleta de Guatemala, que presenta a la artista Jessica Kaire.

Aún así, Art Basel es un motor energético para el mundo del arte internacional. Ubicada en el centro de Basilea, junto al mítico rio Rhin, la feria es un corazón que hace latir la ciudad; las galerias, fundaciones, museos, negocios, hotelería, gastronomía, transporte, respiran a su compás y llegan coleccionistas, curadores, directores de museos, marchantes, artistas de Europa, Asia y Estados Unidos, y una audiencia que goza o rechaza pero nunca queda indiferente.

Art Basel

La feria en esta versión, convocó a 280 galerías, que desplegaron trabajos en pintura, grabado, dibujo, escultura, instalaciones, impresos, fotografía, video y arte digital.

El gran centro de convenciones se divide en los siguientes sectores:

Unlimited que abarca las instalaciones en la planta baja, con la gran tela de Keith Haring, y las banderas blancas de Mario Ceroli. Subiendo a la primera planta encontramos los artistas y galerías tradicionales.

La segunda planta congrega a galerías que trabajan artistas en ascenso y emergentes donde observamos la búsqueda de nuevas técnicas, acoplamientos, vidrios, tejidos, maderas, espejos, hilos y trenzados, pintura y empastes, soportes no tradicionales.

La exploración no cesa. Nos detuvimos atraídos por la pareja de artistas formada por el búlgaro Maryn Varbanov y Song Huai Keui de origen chino, llamada Madame Song, quienes tejieron obras de fibra impulsando Fiber Art en China y Europa y tejieron, a su vez, su propia historia de amor, según me explica el galerista Mathie Borysevicz de Bank Mabsociety.

En la llamada Sala Clásica, las galerías rectoras dan sus veredictos:

La Galeria Gagosian con Giacometti, Picasso, Nauman, Pace, nos brinda una instalación de Dubuffet cedida por la Fundación del artista. Landau, siempre impecable en su puesta, mostrándonos Picasso, Giacometti.

Las galerías Gladstone, Marian Goodman, Acquavella, sin faltar la representación española con Elvira González, Elba Benítez o Mayoral, quien nos obsequió visualmente un espléndido Torres García y una escultura de Dalí.

Entre las galerías latinoamericanas encontramos a Luisa Strina de Brasil; OMR y Kurimanzutto, de México; la Galería Barro de Argentina y Casa Reigner de Colombia.

Homenaje a Chirico y al Surrealismo

Los interesantes Chiricos expuestos en la Galería Tornabuoni Art atraen nuestra atención. Valentina Greenwood, directora ejecutiva me explica que se decidió un homenaje a uno de los grandes maestros de la vanguardia del siglo veinte, creador del Movimiento Pintura Metafísica y uno de los precursores del movimiento surrealista, justamente en la celebración del cien aniversario de la publicación del Manifiesto Surrealista. Se adhirieron asimismo, la Galería Mazzoleni y Vedovi.

El cuadro, cuya foto incluyo, pertenece a su época más destacada. Se vendió en cerca de un millón y medio.

De Chirico, memoria y devenir, atemporalidad y espacios infinitos, fuerzas irracionales que alimentan el tronco de su arte que promovió el Surrealismo. Merecido tributo.

Siguiendo ese itinerario surrealista apreciamos las obras de Leonor Carrington, en la galeria Wendi Norris; y obra del artista suizo dadaista Jean Tinguely en la Galeria Muller de Basilea, donde se encuentra el museo con su nombre.

Al despedirnos de Art Basel 24, tenemos la sensación de cierta pausa y moderación y también la sensación de que en la economía hay ciclos, como los hay en el arte y en nuestro corazón.

Junto al rio Rhin, que todo lo lleva, sentimos el devenir de la vida, el famoso «Panta rei» de Heráclito: «todo se mueve y nada permanece y en el mismo rio no nos bañamos dos veces».

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