Llega la era post-Covid y con ella, las medidas que se tomaron porque no había otra opción; formas nuevas de teletrabajo que hoy forman parte de la nueva opción a barajar que se plantean las empresas.

Según, Susan Hayter, asesora técnica de la Organización Mundial del Trabajo (OIT), la vida laboral después de la COVID-19 puede, de alguna manera, condicionar nuestro modo de relacionarnos con la empresa, con los compañeros y por supuesto, con nuestro propio trabajo.

Aunque la previsión de las nuevas opciones se estaba valorando, quizá, con la llegada de la pandemia, se ha precipitado hacia un modo de vida que ha dado lugar a una nueva normalidad en forma de teletrabajo sine die.

Volver a trabajar no implica, necesariamente, desplazarse a la oficina ni tampoco organizar el mercado laboral como lo conocimos. Esto que a todas luces parece el fin de la oficina conocida como tal, no es del todo real para la OIT, dado que se estima que el 27 por ciento de los trabajadores de países de altos ingresos podría teletrabajar perfectamente, pero eso no supone que se haga a distancia.

De acuerdo con el levantamiento de las restricciones la pregunta siempre es la misma. ¿Llevará la Nueva Normalidad a un escenario laboral distinto? El problema post-Covid no radica ahí. Quizá, a estas alturas mucha gente ya haya perdido su empleo por la reestructuración de la empresa o porque esta ha quebrado. No hay que olvidar, que eso sucedió hace ya dos meses, y no todo vuelve a lo que era, ni siquiera a lo que pudo haber sido antes de la pandemia.

¿Qué nos espera a partir de ahora?

Las empresas que han logrado sobrevivir a esta cruel enfermedad se han adaptado pero aún necesitan mantener el diálogo abierto con los representantes sindicales para que las medidas de control y las pruebas de detección sean cuanto menos reales. En otros empleos más precarios, como el de reparto, existe una falsa dicotomía que se ha revelado en este tiempo. Desde una flexibilidad laboral y una garantía de ingresos hasta una inadecuada percepción del riesgo y por ello, trabajadores que nunca se dan de baja, a pesar de su positivo en coronavirus.

La Organización Internacional del Trabajo ha calculado que los ingresos de los casi mil seiscientos millones de trabajadores de la economía informal, han disminuido en un sesenta por ciento durante el primer mes de la crisis.

Trabajadores que no pueden trabajar a distancia y que actualmente se enfrentan a la elección entre arriesgar su vida o sus medios de subsistencia. Garantizar la higiene, la protección personal adecuada y apuntalar los ingresos básicos, pasan porque tanto empresarios como empleados puedan adecuarse a los tiempos.

El surgimiento de las nuevas oportunidades también pasa por solucionar los problemas de seguridad de los datos, la eficacia de cambiar al trabajo a distancia e invertir en la infraestructura necesaria para adaptar esto.

Por ello, en algunas actividades como el desarrollo de programas informáticos y la prestación de servicios a los sectores financieros, las oportunidades de reubicación pueden ir acompañadas de la reconversión de otros puestos de trabajo a medida que las empresas intentan mejorar la gestión de los inventarios y la capacidad de las redes de suministro. Esta medida, sin duda, va a repercutir a largo plazo en el empleo de las economías en desarrollo y emergentes y por ello, aumente necesariamente el desempleo.

Las desigualdades en la capacidad de adaptación digital en algunos países, puede frenar, si cabe más su economía y se pueden desaprovechar las oportunidades generadas de esta nueva era post-Covid.

El teletrabajo ha permitido seguir operando y garantizar la salud y la seguridad de los empleados a muchas empresas. Esto lleva aparejado también un entorno hostil que ha generado estrés, ansiedad, insomnio y una falta de conciliación importante entre la vida familiar y la laboral en muchas familias que no disponen de una casa grande.

Habrá cambios, sin duda, pero muchos pasarán por hacer semanas laborales más cortas; acordar trabajo compartido o reestructurar plantillas de acuerdo con la rentabilidad de la empresa. En todo caso, como en cualquier otro escenario bélico, de pandemia o de crisis económica, las desigualdades sociales se han marcado aún más y esto, dará lugar a un modelo que hoy, realmente desconocemos.

Ana De Luis Otero
Periodista. Doctora en Ciencias de la Información. PhD. Máster en Dirección Comercial y Marketing. Fotógrafo. Consultora de Comunicación Socia directora LOQUETUNOVES.COM; Presidenta de D.O.C.E.( Discapacitados Otros Ciegos de España); Secretaria General del Consejo Español para la Defensa de la Discapacidad y la Dependencia (CEDDD); Miembro del CEDDD autonómico de la Comunidad de Madrid; Miembro del Consejo Asesor de la Fundación López-Ibor; Miembro del Comité de Ética de Eulen Sociosanitarios; Miembro de The International Media Conferences on Human Rights (United Nations, Switzerland); exdirectora del diario Qué Dicen. Divulgadora científica, comprometida con la discapacidad y la accesibilidad universal. Embajadora de honor "Ñ". Representante en EASPD Europe del CEDDD Inclusive Life

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