Ser farmacéutica en zonas rurales: una labor admirable

Una farmacéutica de Buitrago de Lozoya se graba durante una de sus duras jornadas recorriendo varios municipios, donde ella es la única sanitaria que cuida de la salud de su habitantes.

Paula Maddox

Todo empezó el viernes 13 de marzo de 2020 cuando Raquel Casado, farmacéutica y vocal de Farmacia Rural, publicó un escrito en la puerta de su farmacia que, al final, terminó convirtiéndose en un comunicado del Ayuntamiento de Buitrago de Lozoya (Madrid).

Debido a la crisis del COVID-19, «nos vemos todos obligados a tomar una serie de medidas de precaución. Una de ellas es la reclusión en sus hogares de personas contagiadas, así como la población más susceptible de contrar la enfermedad», comenzaba el escrito.

«Desde la farmacia, y de acuerdo con las autoridades locales, queremos apoyar la medida. Por ello, en horario de atención al público, la farmacia realizará un servicio domiciliario a estas personas», explicaba.

A partir de entonces, Raquel se ha convertido en el claro ejemplo de la admirable labor que, como farmacéutica, hace en zonas rurales donde ni siquiera hay médicos o enfermeras.

Desde las 7 de la mañana y hasta que anochece, Raquel recorre los distintos municipios cercanos a Buitrago de Lozoya ateniendo a pacientes, haciéndoles un seguimento de sus tratamientos y llevándoles la medicación que necesitan.

Aunque no cobra por este servicio, «salgo cada día a llevar medicamentos a pacientes que no pueden ir a la farmacia», explica en un vídeo publicado por el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid. «Espero no enfermar. No me lo puedo permitir. ¿Qué sería de estas personas?», se pregunta.

Hilario y Juana, María, Ana, Isabella o Daniel son algunas de las personas que aparecen en el vídeo y para las que la atención de Raquel es imprescindible.

«Seguiré luchando hasta que esto acabe»

Desde que llegase el virus del COVID-19 a nuestras vidas, los hospitales están devastados y son miles las personas que denuncian la falta de recursos existentes.

«Se están olvidando de los centros de salud, que son la primera barrera para no saturar los hospitales. Sin medios, ¿cómo van a trabajar?», se pregunta Raquel en voz alta. «También me preocupan las residencias. Nos piden mascarillas, geles, guantes… No tienen medios para cuidar a nuestros mayores», se lamenta en el vídeo.

Y es que Raquel, al igual que muchos otros farmacéuticos rurales, apenas ve a su familia durante el día. «¿Cómo estarán? Espero que bien. Me acuerdo constantemente de mis hijas y de mi marido, que están en casa esperándome. ¿Y mis padres? Estar lejos y no poder cuidarles es un calvario» reflexiona en el vídeo mientras se sube en el coche para acudir a otro municipio.

«Esta es la vida que llevamos en las farmacias rurales de Madrid y seguiremos así hasta que toda esta crisis sanitaria del COVID-19 pase. Espero que quienes nos han infravalorado sean capaces de darse cuenta de que estamos haciendo todo lo que podemos, y que, algún día, sean capaces de darnos las gracias», sentencia esta farmacéutica en el vídeo, tras un nuevo largo día de trabajo.

En la actualidad, la red de 5.267 farmacias rurales abiertas en España presta un servicio básico a miles de ciudadanos. En la Comunidad de Madrid existen 94 farmacias rurales, según los datos facilitados por el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid.

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