Juan de Dios Ramírez-Heredia1

Cuesta trabajo dar testimonio de estos terroríficos acontecimientos. La policía militar de Vitòria da Conquista (Brasil), importante ciudad que tiene más de 340.000 habitantes, ha salido de caza matando en el acto a cualquier gitano o gitana que se encontraban en su camino.

Y no solo eso, los policías están promoviendo una verdadera caza y matanza de las familias gitanas de la ciudad y la región. Así lo han denunciado públicamente en un comunicado de emergencia más de cien firmantes de un documento entre los que están las asociaciones gitanas del país, personalidades de la cultura y la ciencia, así como, entre otras la Universidade Estadual de Feira de Santana, la Universidade Estadual de Mato Grosso, la Universidade São Paulo, la Universidade do Estado da Bahia, la Universidade Federal de Alfenas, y la Universidade Estadual da Paraíba.

Llamamiento a las autoridades

Estas entidades hacen un llamamiento a los poderes públicos brasileños pero especialmente al Gobierno de Bahia (BA), al Ministério Público Federal (MPF), al Ministério Público Estadual (MPE), y a las Comisiones de Derechos Humanos del Senado y de la Cámara Federal, para que intervengan inmediatamente con el fin de detener la masacre y el terror que están sufriendo las comunidades gitanas de Vitória da Conquista y los pueblos de la región por parte de la Policía Militar del estado de Bahia desde los sucesos ocurridos en la tarde del martes:

Esto fue lo que ocurrió

Esa tarde del 13 de julio de 2021, en el distrito de Zé Gonçalves que pertenece al municipio de Vitòria da Conquista, se suscitó una riña entre dos policías vestidos de civil y una familia gitana del barrio. La consecuencia del enfrentamiento fue la muerte inmediata de dos gitanos a la que siguieron la de los dos policías que intervinieron en el conflicto. A partir de ahí «los policías están promoviendo una verdadera caza y matanza de las familias gitanas de la ciudad y de la región».

Venganza ciega y bruta de la policía

Según testimonios de los vecinos y de los medios locales, más de veinte personas fueron tiroteadas indiscriminadamente entre las cuales más de seis gitanos fueron muertos al instante y otras quince personas resultaron heridas de bala. Al día siguiente, un adolescente gitano de solo catorce años, que se encontraba dentro de una farmacia, fue tiroteado por un hombre que llevaba la cabeza cubierta por un casco, mientras que otro joven fue asesinado delante de un puesto de Asistencia Social.

Al margen de esta barbarie, muchos gitanos y gitanas están sufriendo todo tipo de violencias en los controles. Están siendo incendiados sus coches y algunas casas de las familias gitanas han sido quemadas. Y otras violentadas por la policía sin ningún tipo de autorización judicial. Lo que ocasiona que muchas familias gitanas no se atrevan a salir de sus casas, ni siquiera para comprar alimentos, por miedo a que la policía las violente.

A lo que hay que añadir el sufrimiento de los familiares de las personas muertas cuyos cuerpos siguen en el Instituto Médico Legal. Las autoridades nos les dejan verlos y menos hacer los funerales que la tradición gitana les impone.

Nuestra reacción

Desde la Unión Romaní Internacional (IRU), y en su nombre la Unión Romaní española, apoyamos incondicionalmente las acciones que reclaman las organizaciones firmantes del Manifiesto al tiempo que anunciamos las siguientes acciones:

Uno. Manifestar nuestro apoyo incondicional y disposición para ejercer cuantas acciones sean acordadas desde la «Associação Nacional das Etnias Ciganas» que tiene su sede en Sobradinho (Brasília/DF) y cuyo presidente es Wanderley da Rocha.

Dos. Solicitar del Gobierno español y concretamente del nuevo ministro de Asuntos Exteriores, que traslade a las autoridades de Brasil el interés de la comunidad gitana española porque se ponga fin a las agresiones que sufren los gitanos brasileños de la región de Vitòria das Conquista, y porque se haga justicia contra quienes abusando de su poder han cometido los crímenes conocidos.

Tres. Solicitar con urgencia la intervención de las Naciones Unidas para que ponga en ejecución las ayudas previstas para paliar las necesidades de los ciudadanos que sufren estos ataques que claramente violan la carta fundamental de la más alta institución internacional. Confiamos en la especial sensibilidad del Secretario General, Antònio Guterres, que siendo portugués puede entender mejor la tragedia por la que atraviesan los gitanos brasileños.

Cuatro: Reclamar del actual presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, la protección de los ochocientos mil gitanos y gitanas brasileños que pueden sufrir las consecuencias de una creciente ola de antigitanismo promovida por los grupos racistas del país.

En Brasil el racismo no tiene cabida

Brasil no puede ver manchado su nombre por el comportamiento irracional y asesino de unos policías ciegos de odio y de venganza. Brasil es un gran país donde los diferentes grupos gitanos — Kaló, Rom y Sinti — han contribuido con eficacia a su desarrollo. Pero, sobre todo, Brasil puede presumir con orgullo de haber sido el primer país del mundo cuya principal autoridad ha sido ejercida por un gitano: Juscelino Kubitschek de Oliveira, un médico de origen muy humilde. Fue elegido presidente del país en 1956 y durante los cinco años de su mandato el país experimentó un desarrollo inigualable, lo que hace que el Presidente del Gobierno de Brasil más querido, recordado y respetado por la mayoría del pueblo brasileño fuera un gitano.

No consentiremos que unos maldecidos racistas, aunque sean policías, empañen la historia de un pueblo donde el racismo no tiene cabida.

  1. Juan de Dios Ramírez-Heredia Montoya es abogado y periodista. Vicepresidente de Unión Romani Internacional (IRU)

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