Ibamos por una ruta manchega, entre campos sembrados y campos arados, gozando el paisaje, con el Sol como un dios luminoso, buscando un buen hostal donde almorzar y de pronto, veo en el horizonte… unos molinos…

Toda la locura del Quijote se agolpó ante mis ojos, lo vi combatiendo y ensartando con su lanza las aspas gigantes; ficción y realidad se unieron.

Subí la colina, y vi los molinos erigidos, señores de la tierra, vigilantes… Y si , ése es el hechizo de España que a pocos kilómetros de Madrid se puede uno encontrar con el Quijote, o soñar con ideales imposibles o recibir el Sol de Castilla o simplemente enloquecer, como el Quijote que creyó que los molinos eran gigantes… ¿Y no lo eran?

En el Capítulo octavo de la novela el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra encontramos esta advertencia:

«Mire vuestra merced- respondió Sancho- que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del Molino».

Sancho muestra a su delirante caballero los límites entre la realidad y la imaginación. ¿Pero ese limite existe?

Sancho pone en evidencia la lucha de su señor por un ideal, por un sueño… Pero acaso, ¿no es ese ideal tan real como los molinos?

Estos molinos son protagónicos porque Quijote, un personaje de novela, los hizo entrar en su ficción, a veces, la ficción no copia la realidad, la crea. En este caso, la realidad vive por la literatura. Estos molinos existen no como maquinarias de molienda sino como mitos de la fábula quijotesca. La literatura los hizo realidad, les dio enmarque, los hizo personajes.

Aunque el hidalgo divisara treinta gigantes, frente a mis ojos solo veo cuatro o tal vez seis molinos gigantes… no sé si son los de Campo de Criptana, donde ambientó el autor la lucha del Quijote con los Gigantes, o son unos de los muchos molinos de viento por tierras de Castilla.

«Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran; antes, iba diciendo en voces altas: -Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete».

Sentada frente a estos blancos artefactos rememoro la escena y pienso en el origen del molino, este gigante agrícola que nos acompaña desde tiempos mesopotámicos, bíblicos y aún tiempos más lejanos.

Esta simple maquinaria existe desde el Neolítico, su historia es larga y acompaña al hombre a moler semillas, se va perfeccionando y utiliza animales para la molienda; más tarde, hacia el siglo tercero antes de Cristo aparece el Molino de agua y luego el Molino eólico. Vitrubio, arquitecto romano, inició con sus estudios la Molinología, porque son muchas las formas, variantes y características del molino, según las regiones de Europa.

En España aparecieron hacia el siglo quince, uno de los más antiguos es el «Molino del Cubo», en Segovia, luego surgieron en Castilla y otros lugares. Los molinos españoles son estructuras de piedra de forma circular que en la parte superior sostienen las aspas, como largos remos que con la presencia del viento, giran, transformando la energía del viento en movimiento.

Deseosa de saber, descubro que existe la Ruta de los Molinos de Castilla, con fines turísticos.

Castilla La Mancha Molinos de viento
Castilla La Mancha: Molinos de viento

Ruta de los molinos de viento de Castilla La Mancha

Esta ruta se concibe en el 2005, a partir de la Ruta Don Quijote; abarca las provincias de Toledo, Cuenca, Ciudad Real, Albacete y Guadalajara, es ideal para hacer en auto, y no son éstos los únicos pueblos que conservan molinos, hay varios más, aunque la ruta turística recorre cuatro pueblos.

La hice de forma desordenada, pero existe ordenadamente, con guías y tours: 1.Miguel Esteban 2.Mota del Cuervo 3.Campo de Criptana y 4. Campo de Consuegra. En el camino se encuentra el interesante pueblo El Toboso, el cual visité con entusiasmo, cuento el relato en Periodistas en Español y describo la Casa-Museo de Dulcinea y el Museo Cervantino. El pueblo es muy bello y vale la pena visitarlo.

  1. En Miguel Esteban se encuentran cuatro molinos en el cerro de San Isidro, algunos estudiosos consideran que este lugar fue la inspiración de Cervantes para el capítulo de su novela.
  2. A unos quince kilómetros de El Toboso y siguiendo los vientos molineros, llegaríamos a Mota del Cuervo en Cuenca, donde se perciben siete molinos de los dieciocho que había, uno de ellos, el Molino El Zurdo data de 1752. Los demás fueron reconstruidos en la década del año sesenta al setenta, albergan diferentes museos, entre ellos: el Museo de Agricultura, el Museo Cervantes y el Museo de la Molienda, con demostraciones de una molienda de trigo. Generalmente estas construcciones se encuentran emplazadas en las zonas más altas de la región, para coger mejor los vientos.
  3. Molinos de viento de Campo Criptana en Ciudad Real, recuerdan la descripción cervantina, por éso disputan ser la cuna de inspiración del famoso capítulo. De los treinta molinos solo quedan diez en la cima de la colina, tres de ellos conservan la estructura del siglo dieciséis, otros fueron construidos en el siglo veinte. Pueden hacerse visitas en su interior, donde se aprecian diversas exposiciones.
  4. Molinos de Viento de Consuegra, en Toledo, se ubican en el cerro Calderico, es un conjunto de doce molinos, los mejores conservados de la ruta, construidos en el siglo dieciséis y diecinueve. Cinco de ellos mantienen la antigua estructura y funcionan en la actualidad. Se visitan Bolero y Rucio, apreciando la maquinaria del siglo dieciséis.
    Cercano a los molinos se encuentra el Castillo de la Muela, que data del siglo diez al trece, con una especial panorámica de los molinos y los campos castellanos.

Esta ruta aconsejo hacerla en automóvil y consultar, previamente, las oficinas de turismo por horarios, aperturas y detalles, dadas las circunstancias. Otra opción es vivir la ruta siguiendo la locura del Quijote, un poco como yo la hice, confundiendo realidad y ficción, literatura y vida.

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