Jueves 18 de febrero de 2021. Teatro Flamenco de Madrid, sede de los conciertos del Círculo Flamenco de la capital de España. Actúan la cantaora sevillana Victoria Santiago Borja, La Tana, cantaora de largo recorrido, con metal de voz y un rajo que la hacen inconfundible. Acompañada por la guitarra de otro sevillano, sabio de las seis cuerdas, Raúl El Perla.

He indagado todo lo posible en la historia personal y profesional de La Tana. Los principios de una vida suelen marcar la personalidad adulta y hay rasgos y formas en el cante de La Tana que inspiran curiosidad. Niña de las «Tres mil viviendas», como la musa de Farruquito, Mari Vizarraga. En la juventud de La Tana también están presentes Farruquito, Joaquín Cortés y Antonio Canales, como maestros y mecenas. Con ellos aprendió a saber estar sobre un escenario ante cualquier público, con ellos recorrió mucho mundo. Hablamos de los últimos años del siglo pasado y quizá muy principios del actual.

Y entonces llegó a su vida Paco de Lucía, el genio de la guitarra y amigo cercano, quien con una generosidad infinita ayudó a tantos y tantos artistas del cante y toque, enseñándolos a mejorar su arte, a comunicar y saber estar en escena ante cualquier público, en cualquier lugar del mundo.

Y así fue con La Tana. Ella lo ha dicho en más de una ocasión, que la formó como artista y como persona; que siempre le insistía en la importancia de sentirse segura, le aconsejaba que se templara más, que tuviera medida en el cante, que corrigiera su demasía temperamental. Le ayudó sobre todo a aprender de lo humano. La indujo a buscar en los cantaores pioneros las bases de su cante. Y sobre todo, en el amigo del alma, Camarón de la Isla, otra voz singularmente rajada. Paco la incluyó en una de sus obras maestras, «Cositas buenas» y ahí cantó por tangos ese mismo título, y un año más tarde él le produjo su primer proyecto discográfico, «Tú ven a mí», con una riqueza de recursos que no siempre se logran, pero sí, cuando tienes al maestro detrás. Era el año 2005. 

Fueron dos años inolvidables de giras internacionales con el maestro. Fueron también  los años en que contaba con el entonces jovencísimo guitarrista Daniel Méndez, como compañero de arte y de vida, el hoy internacionalmente famoso Dani de Morón, brillante concertista y compositor flamenco.

Luego La Tana siguió su camino, con apariciones memorables y misteriosos silencios. Extraña que en la era de la información virtual se encuentre tan poco sobre ella.

2010: Casa Patas. Daniel Mendez a la guitarra, Kelián Jimenez y Pepe El Bocaíllo al compás, y Sergio Martínez en percusión.

El concierto

He estado viendo videos de La Tana de diversos años, desde 2006 a 2019. El 2020 ya sabemos que no ha existido, y así lo comentó ella en su presentación al público. Claro que una cantante, actúe o no, tiene que cuidar su voz, mantener en forma sus cuerdas vocales, la respiración, el diafragma. Eso es trabajo diario.

Del concierto del Círculo Flamenco por malagueñas y abandolaos. Al compás Mariano Santiago y Ángel Peña. 

Cantó bien, tiene muchos recursos, entre ellos voz y oficio, pero a veces la respiración no llegaba. Ella reconoció que no estaba bien esa noche. Pero no pude evitar pensar en los consejos que le dio hace muchos años Paco de Lucía: temple, medida. Temperamento sí, pero una «mijita» menos de histrionismo. 

La Tana sería una excelente actriz dramática. Dramatizó hasta en un cante tan fiestero como la bulería que cantó y bailó para cerrar su programa. Más tarde estuve comparando esa bulería con otra que cantó en una peña de Granada en 2019. Vestida de otra forma, con su pelo aún negro y disfrutando con lo que estaba cantando. Sin drama.

Por bulerías 2019

Cuando cantó por soleá, me di cuenta de que estaba reflejando por derecho su estado de ánimo de esa noche. Yo creo que a la Tana se le notaron mucho los estados de ánimo que produce la angustia de la incertidumbre. Había que meterse en su piel para entender las fatigas que ha causado la pandemia. Nadie somos lo que éramos en 2019.  

Estuvo bien, cuando empezó por los cantes de levante, estuvo bien en la minera, aunque para una sevillana los cantes mineros son tarea complicada. Para captar toda la esencia de esos cantes hay que haber vivido la historia de ese ambiente. 

Cosillas pueden pasar en cualquier momento. Yo he escuchado a José Mercé afónico y me encantó. Recuerdo lo que me dijo hace poco tiempo Luis Moneo Lara: «Puede salir bien o regular y no importa, a la gente le gusta la imperfección».

Ay, esos tientos–tangos, esa malagueña y abandolaos, tan parientes del fandango de Málaga, esas cantiñas de Cádiz y los puertos. De nuevo más del lado del drama que de la grasia y la fiesta. 

No recuerdo en que red social he visto que está con un excelente manager. No sé cuánto tiempo llevará con él. Pero estoy segura de que en cuanto las cosas lo permitan y medio vuelvan a su cauce, la Tana va a tener mucha actividad, menos miedos, menos drama en su vida y en sus cantes. Que si hay gente alegre y con mucho aje, esa es la gente de Sevilla.

El Perla a la guitarra y el compás de sus palmeros sobresaliente.

Teresa Fernández Herrera
Algunas cosas que he aprendido a lo largo de mi vida. Soy Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, master en Psicología del Deporte por la UAM, diplomada en Empresas y Actividades Turísticas, conocedora de la Filosofía Védica. Responsable de Comunicación y Medios en Madrid de la ONG Internacional con base en India, Abrazando al Mundo. Miembro de la British Association of Freelance Writers. Certificada en Diseño de Permacultura. Trainer de Dragon Dreaming, metodología holística para el crecimiento personal, grupal y comunitario en el amor a la Tierra. Colaboradora en Periodistas-es y en las revistas Natural, Verdemente, The Ecologist para España y América Latina. Profesora de inglés avanzado.

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