¿Vale la pena recordar a un poeta en medio del caos, la muerte, el desempleo y la crisis económica? Si, y mil veces si! ¿Por qué? Porque el arte es movilizador de vida, el arte es esperanza, porque la poesía es uno de los lenguajes más ancestrales del hombre, los poetas son el alma de los pueblos, y porque escuchar la voz de los poetas nos hace sentir, soñar, comprender, amar.

Cuando estuve en Sevilla, capital de Andalucía, tenía tiempo para vagar, hablaba con la gente, gozaba el lugar, leía. Fue un privilegio conocer esa ciudad tan especial para los latinoamericanos con su fabuloso Archivo de Indias, donde se guarda la historia de nuestro continente americano; el puerto, el río Guadalquivir, la Sevilla romana y árabe, la Giralda, la bella Catedral, la fábrica de tabacos que inspiró a Bizet para escribir su opera Carmen, hoy Universidad de Sevilla, donde tomaba mis cafecitos escuchando historias, el casco antiguo brotado de geranios, y el lugar donde nació Gustavo Adolfo Bécquer, el poeta.

Con premura fui a visitar su casa en la calle Conde de Barajas, donde había nacido un 17 de febrero de 1836 y había vivido triste infancia quedando huérfano a los once años, hasta lograr un hogar con su tía materna y luego con su madrina.

Seguí caminando bajo la alegría del sol sevillano, y me topé en el Parque de María Luisa con un monumento dedicado al poeta, junto a un árbol y a sus pies tres mujeres, representaciones del amor ilusionado, el amor poseído y el amor perdido que recuerdan las famosas rimas bequerianas.

Rima X
….oigo, flotando en olas de armonías,
rumores de besos y batir de alas;
mis párpados se cierran…Qué sucede?
!Es el amor que pasa!

Bécquer pertenece al Romanticismo y España fue uno de los últimos países de Europa en acoger el movimiento, por eso algunos estudiosos consideran al poeta posromántico o romántico tardío.

Como se sabe, el Romanticismo nace en Alemania hacia mediados del siglo dieciocho, con Goethe, Novalis, Holderlin, relacionados con la filosofía, y fueron los filósofos determinantes en la literatura alemana de esa época; hay que sumar la figura de Heinrich Heine, quien unió el folklore al sentimiento lírico y que vislumbró el final del Romanticismo.

Algo similar aconteció con Bécquer, siendo un poeta de características románticas inicia una voz lírica nueva que influyen en las generaciones de escritores posteriores. El poeta sevillano conoce la poesía de Heine, especialmente recoge de Intermezzo ideas del verso breve y asimila la sensibilidad intimista, además de otros recursos, funde la llama pasional con el ideal de un amor inalcanzable y con la creación poética.

Amor, mujer y poesía parecen unirse en su estética, como también integra en su visión poética: la música, la pintura y la palabra. Sus temas son los temas universales: la creación, el amor y la muerte.

Bécquer indaga sobre el sentimiento amoroso y nos deja un espectro de la esencia amorosa y sus manifestaciones, con un tono resguardado y sentido. Ya no importa quien fue o fueron las musas inspiradoras: la bella cantante de opera Julia Espín, Elisa Guillén o su esposa Casta Esteban, todas, de alguna manera, lo motivaron a expresar, en sus famosas Rimas, el sentimiento amoroso y sus penares:

Rima LIII
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará;
pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Dios en un altar,
como yo te he querido… desengáñate,
!Así no te querrán!

Cuando Bécquer, quien usa el nombre de un pariente noble flamenco, deja Sevilla en 1854, busca un porvenir mejor en Madrid. Interesando en la música, conocedor de opera, escribe zarzuelas y su sentido de la musicalidad lo acompañará no sólo en su poesía sino en la prosa de sus «Leyendas», veintiocho relatos góticos surcados de misterio, en bella prosa poética, que siguen cautivando y que lo relacionan con el escritor americano Edgar Allan Poe.

En su vida bohemia madrileña hace trabajos varios como periodista, acompañado de su hermano pintor Valeriano y amigos fieles, frecuenta tertulias, y escribe, mientras la tuberculosis, contraída a los veintiún años, se adueña de él.

Escribe las «Rimas» en distintos momentos, son poemas breves, musicales y reflexivos, que sus amigos, a su muerte, acaecida el 22 de diciembre de 1870 en Sevilla, logran publicar, desordenadamente, para ayudar a la viuda y a sus tres hijos.

Para los latinoamericanos, Bécquer, fue la voz del Romanticismo que llegaba de España, contraponiéndose a la grandilocuencia característica de la época. Era, a su vez, la leyenda del poeta romántico, era la estética del sentimiento expresada en un estilo de estrofas asonantadas con versos libres, mezclando lenguaje culto y poesía popular. Un decir sencillo, un sentir íntimo, una música envolvente y un impulso poético.

El Modernismo Americano supo escuchar e incorporar su legado. Su poesía es tan actual y popular, tal vez, porque expresa los temas eternos del hombre: la poesía como creación, el amor y la muerte, en un estilo, melódico, natural, e intenso.

Rima XVII
Hoy la tierra y los cielos me sonríen;
hoy llega al fondo de mi alma el sol;
hoy la he visto…., la he visto y me ha mirado.
!Hoy creo en Dios!

Y ya no es sólo España, son los países que hablan el español y comparten la cultura hispánica, quienes lo leen y lo recuerdan. La hispanidad lo siente suyo aunque sea de la literatura mundial. Y en tiempos de pandemia su voz nos devuelve algo perdido y amado. Su impulso poético es vida.

Bécquer, universal, cercano, nuestro…tan nuestro que a los 150 años de su muerte, en su monumento de Sevilla, sobre la repisa que guarda sus libros, recibe cartas.

Rima XXI
¿Qué es poesía? – dices mientras clavas
En mi pupila tu pupila azul.
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía …eres tú.

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